La cantidad de fallecidos y contagiados por el covid-19 se va incrementando con mucha fuerza, y hasta ahora la respuesta contra ese ataque despiadado es insuficiente y no garantiza la defensa de la gente. Por eso los médicos pronostican peores momentos que dejarán a la población con mayores bajas y piden medidas valientes para hacer frente al enemigo. La llegada de las vacunas sigue siendo insuficiente para la urgencia del momento. La campaña de inmunización sufre los efectos provocados por la lenta provisión y las deficiencias de los equipos de vacunación.
Esta situación extrema que vive el país no se puede superar si las autoridades nacionales y la población no se unen con el objetivo de defenderse contra el enemigo común.
Hasta el martes 25 de mayo, el número de fallecidos por covid-19 ascendía a 8.591 personas, que frente a las 2.262 muertes que se tenía al 31 de diciembre pasado indica que en lo que va de este año han fallecido 6.329 enfermos, que representa un incremento de 180%.
El fuerte aumento de decesos y de nuevos casos que se está dando representa un récord lamentable que va a crecer paulatinamente. En los últimos siete días comprendidos entre el 18 y el 25 de mayo, la cantidad de fallecidos ascendió a 789 individuos, lo que constituye un promedio de 113 muertes por día, el más alto que se ha registrado hasta ahora.
En ese tiempo los contagios han tenido un elevado crecimiento, logrando un promedio de 2.952 nuevos enfermos por jornada, que, si se compara con el promedio de casos de abril, de 2.078 por día, implica un alza del 42%, o sea, 874 nuevos contagiados más por jornada.
En tanto, las personas vacunadas, que recibieron ambas dosis, al 24 de mayo ascendían a 51.780 individuos, lo que constituye el 0,7% de la población del país. Mientras que los que se vacunaron por lo menos con una dosis, al 25 de mayo, son 268.086, cifra que constituye el 3,65% del total de habitantes.
Si se centra la atención en los adultos mayores que ya se inmunizaron, aunque sea con una sola dosis, que son 184.394 ancianos, se tiene que solo el 25,6% de la población total de ese grupo etario ha sido parcialmente vacunado, pues su número se calcula en 720.211 individuos. La estimación de Salud Pública es que 750.000 personas deben ser inmunizadas si se suman los ancianos con el grupo de riesgo por morbilidad.
Nuestro país está enfrentando esta realidad cada vez más acuciante de manera inadecuada. Por eso, en estas circunstancias, se expone a una tragedia cada vez mayor, como lo están indicando las cifras de cada día.
Ante esta realidad las autoridades deben convocar a una movilización general que involucre a todos los sectores de la nación contra la enfermedad, para sensibilizar a la población de la necesidad de proteger a los más vulnerables.
El Gobierno tiene que conseguir prontamente más dosis y hacer obligatoria la vacunación a la gente de riesgo, pues no se trata de una acción optativa, sino de un compromiso que se debe convertir en obligación jurídica, mediante la promulgación de una norma. Por el momento que se vive, vacunarse es un requisito ineludible de convivencia social para las personas que por su condición etaria y riesgos sanitarios están en peligro. Tienen que intervenir las instituciones competentes para actuar con decisión, sea con el servicio que presten, en el control o en la sanción, si corresponde.
En una situación extrema, como una confrontación bélica o una emergencia como la que vivimos, la protección de la gente que está en peligro es una responsabilidad del Estado. Y un deber de la sociedad velar porque se haga efectivo ese cuidado en todas las instancias.
Por eso la acción masiva debe comprometer no solo al personal de salud en su tarea en los hospitales, sino también a las fuerzas públicas, los empleados del Estado, a los medios de comunicación y voluntarios. Hay que hacer campañas de educación y comunicación intensivas en todos los niveles, sugiriendo ideas, facilitando los medios para inmunizar. Y controlar la vacunación, si fuere necesario.
Solo un fuerte compromiso de toda la sociedad podrá lograr la sólida defensa contra la enfermedad.