Un líder medianamente orien­tado llamaría a todo su gabi­nete y ordenaría que desde las diferentes interacciones que conforman prioricen la atención en el tema de la compra de vacunas. Se puede decir que esta es una causa nacional, y hasta suena obvio.

Ya se sabe que el mercado mundial está ati­borrado de demandas, ya estamos al tanto de las dificultades de las industrias para abastecer, pero también se sabe que ocu­pamos un lamentable sitio en el ranking de naciones que se encuentran atrasadas en la obtención de este elemento salvador. Por lo tanto, el gobierno del Sr. Abdo debe ser consciente de que no existe otra cuestión sino las vacunas como prioridad absoluta en este momento.

Quizás en poco tiempo más habríamos de agregar aquí que la propia estabilidad del Gobierno está pendiente de tal gestión, atendiendo el malhumor social que ello ha desatado.

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Existen argumentos que son reales, como el colapso de la India, que tras ser el prin­cipal proveedor de diversas regiones del mundo tuvo que parar con su tarea de exportación a consecuencia de una cruda realidad nacional que le llevó a priorizar a los pobladores de tal meganación. Eso es entendible. Sin embargo, lo que no es entendible es el atraso comparativo en el que nos encontramos luego de ufanarnos por meses de ser una nación con un gran cumplimiento de los deberes.

La cruda realidad nos demuestra que al mismo tiempo en que se operaban buenas acciones preventivas en la primera etapa del problema, hubo una gran siesta sobre los laureles y las autoridades sanitarias de esa etapa no atinaron a empezar las opor­tunas y anticipadas gestiones de vacunas como otras naciones, por citar, Argentina y Chile.

Hoy estamos anclados en medio del mar del peor momento de la pandemia con el número de fallecidos disparado por día, las cifras de infestación cada vez mayor y al mismo tiempo un insuficiente número de hisopados para medir la verdadera geo­grafía de la extensión de la enfermedad en nuestro territorio.

Es de esperar que las partidas que se anun­cian para esta semana empiecen a rever­tir la situación y nos ofrezcan un mejor panorama, atendiendo un par de anuncios: la llegada de vacunas y el inicio de nuevas gestiones con los Estados Unidos y Cuba, de acuerdo a lo que adelantó el propio canciller al canal GEN de nuestro grupo periodístico.

El país necesita reactivar, movilizar sus trabajadores, sus actividades comerciales, sus entretenimientos y cualquier intento que se promueva sin suficiente vacunación solo será motivo para ensanchar el número de enfermos en las condiciones actuales, tal como ya estamos viendo.

La Argentina, un país que tiene ya millo­nes de vacunados, debió volver en el curso de estos días a una cuarentena de fase 1, durante una decena de días para tratar de regular el crecimiento de los contagios. No existen alternativas cuando la realidad demuestra que los sistemas colapsan y ello provoca la muerte de muchas personas. Vale recordar aquí que en el caso argen­tino, estamos hablando de la ocupación de un 80 por ciento de sus sistemas de terapia intensiva, como uno de los detonantes de la medida de regreso a la fase 1, y compa­rar con Paraguay, cuyos sistemas de UTIs están colapsados ya hace meses, es más desilusionante aún.

No debe perderse tiempo también en el aliento a los sectores empresariales pri­vados interesados en el fraccionamiento local de las vacunas, ya que no existen dudas sobre que este será un mal que per­manecerá por años hasta que exista sufi­ciente inmunidad de comunidades que refrene su impacto y lo convierta en una situación aislada. Pasará mucho tiempo para ello, vaticinan.

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