Numerosos datos que se van conociendo señalan que la eco­nomía está repuntando en los diversos renglones del queha­cer nacional, lo que hace pensar que este año indefectiblemente se tendrá el tan ansiado repunte, luego del tiempo de vacas flacas, con un crecimiento del 3,5% del PIB, como dice el Banco Central del Para­guay (BCP). Acabado el primer cuatrimes­tre, las cifras van mostrando el fruto del esfuerzo, a pesar de los golpes recibidos por la emergencia sanitaria que ha conmo­vido todos los ámbitos de la vida.

Los números son buenos. Pero hay que sopesar el sentir de la gente que tiene mucho peso en el momento de ensayar un diagnóstico de la situación. Sigue habiendo mucho dolor por los enfermos y fallecidos debido a la pandemia. Además de la incer­tidumbre que produce la gran cantidad de despedidos en empresas golpeadas y de fuentes de trabajo que no se están recupe­rando al ritmo de los requerimientos.

Datos revelados recientemente por el Banco Central del Paraguay (BCP) refie­ren que la actividad económica creció en marzo 8% y que de ese modo puso fin a la racha de dos meses de caídas consecuti­vas. En ese comportamiento positivo inci­dieron los desempeños favorables de los servicios, las manufacturas, la construc­ción y la ganadería, aunque la agricultura y la generación de energía eléctrica tuvie­ron signo negativo. En el campo industrial tuvieron buena influencia la producción de carne, lácteos, molinerías, panaderías, bebidas, tabacos, químicos, papel y sus productos, además de artículos metálicos, textiles y prendas de vestir. La construc­ción siguió su buena marcha influida por el dinamismo ocasionado por la ejecución de numerosas obras públicas y privadas. El desempeño en las actividades de comercio, restaurantes, hoteles, servicios a los hoga­res y a las empresas también fue bueno, aunque se aclaró que se debe en gran medida a que se lo comparó con el desarro­llo de marzo del 2020 cuando comenzaron las restricciones por la pandemia.

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De enero a abril, las operaciones del comercio exterior mostraron un alza del 15% si se las relaciona con lo registrado en el primer cuatrimestre del año pasado. Las exportaciones se incrementaron en 16,4% en lo que va del 2021, en tanto que las importaciones aumentaron 12,6%. Si se coteja la facturación de lo que se exportó y lo que se importó, la balanza comercial indica un superávit de 643,9 millones de dólares, ya que se vendió productos por mayor valor que lo importado. Este es el segundo mes consecutivo en que las opera­ciones internacionales arrojan datos posi­tivos.

Otra información es la del Estimador de Cifras de Negocios (ECN) de marzo del Banco Central, que reveló una variación interanual de 21,7%, lo que significa un alza acumulada de 5,3% en el primer tri­mestre del año.

Si bien las estadísticas sobre el desempeño de las principales actividades de la econo­mía tienen un inocultable sesgo positivo, no hay que perder de vista la otra cara de la realidad. La que habla de que numero­sas empresas no han podido retomar aún sus actividades al ritmo anterior y las que tuvieron que cerrar sus puertas. Con el consiguiente problema social que implica la gran cantidad de trabajadores suspen­didos y de otra gran porción que ha per­dido definitivamente sus fuentes de tra­bajo. Las cifras oficiales que se manejan no reflejan la realidad, pues la mayor parte de los obreros del país no está registrada al no formar parte de la economía formal.

En el Día del Trabajador, la ministra de Trabajo reconoció que en nuestro país el 65% del nivel de empleo es informal, en que el trabajador no está en IPS ni en nin­gún registro oficial, con todo lo que ello implica en su perjuicio. Reconocía que actualmente había oficialmente 266.000 desocupados. Cifra que está muy lejos de la realidad cuando se considera que no con­templa a los informales.

Por consiguiente, una de las tareas pen­dientes para restablecer efectivamente la economía del país es incentivar la acti­vidad de las empresas para que vayan creando nuevas fuentes de trabajo y que se formalice la gran cantidad de trabajadores que está en negro. Solo de esa manera se podrá combatir con posibilidades de éxito la pobreza y tendrá sentido hablar del ver­dadero progreso económico del país.

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