En estos tiempos que atraviesa la sociedad paraguaya y el mundo entero, donde la educación es uno de los sectores más afec­tados por causa de la pandemia, todo esfuerzo destinado a mejorar la calidad de la educación de la niñez es una verdadera noticia positiva que merece ser destacada. Por ello, la puesta en marcha de Hippy, un programa educativo internacional que se basa esencialmente en el protagonismo de los padres o tutores en la formación de sus hijos desde la primera infancia, en sus propios hogares, es más que auspiciosa.

El sistema, creado hace más de 50 años en Israel de la mano de Avima D. Lombard, pro­fesora de la Universidad Hebrea de Jerusalén, como respuesta comunitaria para apoyar la educación de aquellos niños en situación más vulnerable a través del empoderamiento de sus padres, ya está presente en 13 países del mundo, además de Israel. Al Paraguay llegó de la mano la Fundación Ramón T. Cartes, en alianza con HC Innovations y la Universidad Hebrea de Jerusalén.

En el 2020, se realizó una experiencia piloto en el Centro Educativo Arambé con 30 fami­lias que formaban parte de la institución y 4 familias del Chaco. Debido a los resultados tan positivos se expandió ahora, llegando a cubrir 324 familias de Paraguarí, Camb­yretá, Lambaré, Chaco y en Luque donde están abiertas las posibilidades de inscribirse aún para entrar en el programa. Paraguay es uno de los 13 países del mundo donde se implementa Hippy.

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El programa Hippy tiene como objetivo, en este 2021, llegar a las familias de niños de 2 años de edad, que deseen asumir la forma­ción integral de los mismos en estimulación temprana, trabajando a través de un sistema de tutoras comunitarias que son las madres mismas que tengan un hijo en esa edad nece­saria para entrar en el programa. Las madres reciben entrenamiento de la mano de coor­dinadoras pedagógicas y en Paraguay la experiencia de dicho programa ha sido muy exitosa y marca la diferencia en cuanto a las capacidades de los niños en esa etapa fun­damental del desarrollo, ya que está demos­trado que cuanto antes se inicien en este tipo de estímulos mayor es el impacto positivo cuando lleguen a la edad escolar.

La formación de las madres tutoras se reali­zan a través de visitas semanales de las coor­dinadoras pedagógicas. El método utilizado para los entrenamientos es el Role-play o dra­matización, método que permite a las tutoras comunitarias, ensayar como serán las visitas y trabajar cualquier duda o corregir cualquier error junto con la coordinadora. Las tutoras comunitarias son las que bajo capacitación y de dichos entrenamientos semanales reali­zan las actividades con sus propios hijos, para luego implementarlas en las demás familias, esto permite horizontalidad en el proceso de aprendizaje, lo que además de apoyar a sus propios hijos, también lo hace con los de la comunidad, multiplicando así los beneficios.

En el sistema Hippy, los padres e hijos de las familias que participan son los destinatarios principales, los padres realizan los juegos y actividades de 30 minutos diarios con sus niños para estimular su desarrollo. La dura­ción del programa es de 30 semanas, similar a lo que dura un año escolar y las activida­des tienen una duración de 15 a 20 minutos por día realizadas por los padres, trabajando cinco áreas del desarrollo: alfabetización, lenguaje, ciencias, matemáticas y motrici­dad. Con estas actividades se promueve el aprendizaje a través del juego y se fortalece el vínculo entre los padres y sus hijos, lo que representa un valor importantísimo al sis­tema en el logro de una mejor relación fami­liar además de la calidad educativa de los más pequeños.

Todas las familias tienen como objetivo lograr proveer a sus hijos de las mejores bases educativas para que alcancen sus pro­pios sueños a través de la formación acadé­mica, pero la base de ese sueño es el ade­cuado estímulo del desarrollo integral desde la infancia. Por eso es que la oportunidad de ser ellos los que guíen esos primeros pasos de sus pequeños hacia un futuro mejor con mayores oportunidades y calidad de vida, es un valor agregado que redundará a favor de todos los miembros de esa familia que se verá empoderada y comprometida con esa tarea tan importante para todos. Trabajando y jugando juntos, padres e hijos encuentran nuevas formas más positivas y creativas de relacionarse, al tiempo en que desarrollan habilidades y experiencias que los enrique­cen. Los padres e hijos aprenden a disfrutar del placer de aprender y se acercan a los niños de una manera más positiva, lo que repercute no solo en beneficios para la familia sino para toda la comunidad.

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