“La pandemia todavía está en pleno curso, la crisis social y económica es muy grave”, recordó ayer con su acostumbrada sabiduría el papa Francisco durante su homilía en la basílica de San Pedro antes de la bendición Urbi et Orbi (a la ciudad y al mundo). Los efectos de la epidemia en la economía paraguaya golpearon con magnitud impensada al sector urbano. La industria y el sector de servicios son los más afectados. Es ahí donde se registra la mayor caída del empleo y los ingresos, especialmente para los más pobres de las ciudades del país. El retroceso económico en el ingreso de los paraguayos sería el peor de los últimos 15 años, según afirman los expertos.
Nuestro país pasó de un inicio de pandemia como nación ejemplar en la gestión del covid-19 a uno de los tantos que ven su labor sanitaria caminando por el filo de la crisis. El fracaso se entiende por el desastre en las medidas de contención, el bajo nivel de control del cumplimiento de las medidas sanitarias, los hechos irregulares en la adquisición de insumos, los equívocos en la compra de las vacunas, entre otras tantas situaciones malogradas.
Empieza un nuevo período tras el confinamiento que vivieron los habitantes del país por decreto presidencial durante la Semana Santa. Pero los hospitales, especialmente los públicos, siguen abarrotados. Mucho se teme que en los próximos días la situación empeore, puesto que la estrictez del último decreto no tuvo los resultados esperados, que fue disminuir los contagios y dar un respiro al sistema sanitario. En este último lapso de encierro se mantuvo un promedio de 50 fallecidos diarios, así como de contagiados, que en promedio rondan los 2.000 de manera diaria. En materia sanitaria el panorama de la semana que concluyó no es para nada mejor que el de la anterior semana.
En materia económica, especialmente en los conos urbanos, la situación para muchas empresas fue calamitosa, lo que obligó el cierre de sus emprendimientos y con ello el aumento del desempleo y la pobreza. Esta última aumentó 30% durante este período de pandemia. Pudo haber sido peor si no se implementaban los programas Pytyvõ, Tekoporã y otros de ayuda social, que si bien fueron importantes, resultan insuficientes para paliar las necesidades de la población, especialmente de la más vulnerable. Volver a revivir estos programas sociales muy probablemente exija un nuevo endeudamiento público. Los expertos recuerdan que eso estaría más allá del alto riesgo porque Paraguay ya no tiene más maniobra para ello. Es preferible que las autoridades de los poderes del Estado realicen una reingeniería de sus presupuestos, hagan un sincero gesto patriótico y desistan de gastos inútiles o no prioritarios para el actual momento.
El Gobierno debe sostener con firmeza los controles para el cumplimiento ciudadano de los protocolos sanitarios, a la par de permitir el retorno de la producción y el comercio en el sector urbano, por supuesto bajo medidas de bioseguridad que garanticen no convertirse en puntos de contagio. Es momento de trabajar en equilibrar estos dos factores, producción y control sanitario, porque al final de la ecuación se ratifica que sin salud sanitaria no habrá salud económica y viceversa.