Nos aprestamos a vivir Semana Santa o la Semana Mayor, que para los casi 2.500 millones de cristianos en el mundo este es un período sublime, es el mayor gesto de amor y sacrificio, es la victoria de la vida sobre la muerte. Es un tiempo de reflexión sobre la importancia de la redención, para que prevalezca la convivencia y el espíritu de confraternidad entre los seres humanos. Paraguay y el mundo por segundo año consecutivo deberán celebrar la mayor de sus fiestas de un modo diferente, por la pandemia. En este punto, estamos viviendo un momento muy difícil por la escalada de contagios, es un buen momento para practicar los afectos sinceros, que tanto se pregonan durante estos días santos, para ello solo requiere cumplir con las medidas de bioseguridad: lavado de manos con agua y jabón por mínimo 20 segundos, uso permanente de la mascarilla y mantener distancia de dos metros con las demás personas. Honremos nuestras responsabilidades ciudadanas y cumplamos esta obligación por nuestro propio beneficio y por el del prójimo porque es importante frenar el acelerado proceso de contaminaciones con covid-19 que estamos viviendo. Esta celebración arranca hoy con el tradicional Domingo de Ramos, en el que se recuerda la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, rodeado de una multitud que lo alababa. La Iglesia también se adecuará a esta necesidad de preservar la vida, regulando la cantidad presencial de fieles en los templos. Es un sacrificio de amor, considerando que la celebración deberá realizarse bajo estrictas medidas sanitarias. Muchas congregaciones transmitirán la liturgia través de medios telemáticos. Incluso muchos sacerdotes llevarán la unción a los enfermos en los hospitales y hogares cercanos a sus parroquias.

La semana que concluye lo hace con altos niveles de contagios de coronavirus en lo que va desde el inicio de la pandemia, llevando a los centros hospitalarios, especialmente a los públicos, a un punto de total saturación, como tener que albergar pacientes en sillas distribuidas en los pasillos de las clínicas o acondicionar cuarteles militares para subsanar la carencia de infraestructura. Todo esto no es más que el resultado de la gran cantidad de contagiados como consecuencia de la afluencia de personas y la falta de cuidados estrictos de bioseguridad.

Cada media hora muere un habitante en el país por causa del covid, a este virus no lo vamos a ganar en las salas de los hospitales, pero sí podemos enfrentarlo, en tanto llegan las vacunas, cumpliendo con los protocolos sanitarios. Es importante que durante estos próximos ocho días ayudemos a bajar el nivel de colapso en los hospitales y que los incansables héroes de blanco puedan reagrupar esfuerzos, medicamentos e insumos para continuar combatiendo al SARS-CoV-2.

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El próximo Jueves Santo es la fecha de la última cena, el Viernes Santo se recuerda la crucifixión, el Sábado Santo será el día de duelo, y el próximo Domingo de Pascua se celebra la Resurrección. Ayudar a reducir el nivel de contagios durante estos días, será un acto de amor sincero para con todos.

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