El Gobierno decidió endurecer las medidas de seguridad para evitar los desplazamientos de las personas y asegurar la no aglomeración en momentos en que la pan­demia ha llegado a un récord de conta­gios y de decesos. La medida, ya esperada, parece incluso un acto de desesperación en medio de la emergencia. Es que el sis­tema de salud está rebasado ante el gran número de enfermos y fallecidos, crecen las denuncias de falta de medicamentos en algunos hospitales, no se inicia la campaña de vacunación por falta de inmunizantes y continúan las manifestaciones contrarias al Gobierno. Ante este cuadro de emergen­cia pudo más la presión del sector sanita­rio que vive en carne propia el drama de la salud que la posición de ciertas áreas empresariales que son reacias al cierre pensando en sus intereses porque perju­dica a muchas empresas y trabajadores.

Este nuevo encierro parece ser la mejor alternativa en este momento especial. Pero en el fondo es el Estado el que tiene que hacer cumplir las normas con un férreo control de las conductas aplicando las normas, conseguir los medicamentos y las vacunas y apoyar la reactivación de la economía para salir de la apertura actual. De nada servirán las prohibiciones de salir y que se aglomeren las personas si el Estado no es capaz de salir con las fuerzas de seguridad a obligar a que se cumplan estrictamente las medidas.

En los últimos meses todas las restriccio­nes de desplazamiento en horarios espe­ciales y la prohibición de aglomerarse no se han cumplido por la ineficiencia del apa­rato estatal de obligar a la gente a obedecer las normas. En otras palabras, es evidente la ausencia del Estado a la hora de trabajar para frenar la pandemia, como para ayu­dar a organizar y empujar la tan necesaria reactivación económica.

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Este es el cuestionamiento que han hecho últimamente los empresarios que repre­sentan a diversos sectores de la produc­ción, el comercio, la industria y los servi­cios, porque el Gobierno no muestra su presencia con toda la fuerza necesaria. El pronunciamiento de la clase empresarial pide un mayor esfuerzo por la salud, que se revisen las disposiciones económicas ante un escenario de mediano plazo y que se convoque a una concertación nacional.

Señala que se está asistiendo a un maca­bro juego de lucha por el poder donde pri­man los intereses particulares, en que la estrategia es de enfrentamiento, de con­frontación y de la acción en compartimen­tos estancos. “Reafirmamos la urgencia de priorizar la búsqueda seria y decidida del bien común, de priorizar lo importante que es resolver la crisis sanitaria”, senten­cia el comunicado.

Los empresarios proponen realizar un acuerdo en que se dejen de lado las dife­rencias para “blindar la salud de las mez­quindades políticas y del juego de poder”. Afirman que es imprescindible que se ase­gure el abastecimiento de insumos y medi­camentos, se consigan las vacunas y se emprenda una campaña de inmunización.

“Necesitamos concertar”, dice el escrito, “pero no se puede dialogar con quien no quiere o con quien está ausente”, se queja. “Es necesario que quienes se cierran al diá­logo cambien y quienes están ausentes digan presente”, propone, agregando que este es un año clave para el futuro de todos. “No tene­mos más tiempo. De esta crisis salimos jun­tos o no salimos”, afirma con severidad.

La posición del sector privado es termi­nante. Critica los errores de la conduc­ción política que desconoce a los que desde sus empresas mueven la actividad econó­mica del país, pagan los impuestos y no son tenidos en cuenta a la hora de las decisio­nes. Es evidente que el Gobierno ha come­tido errores. Hay que señalarlos para que haga la corrección y se pueda pactar entre todos los sectores del Paraguay una acción común contra la pandemia y sus conse­cuencias en la vida nacional.

No es momento de pelear sino de estar todos juntos en la misma lucha contra el enemigo común. Por eso es necesario darse cuenta de que hay que concertar un gran acuerdo que abarque al Gobierno e incluya al más amplio espectro de la vida nacional. Esto deben entenderlo en primer lugar las autoridades nacionales que son las responsables de la conducción del país. Que por eso mismo deben estar presentes y participar activamente de esta tarea.

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