El presidente Mario Abdo Benítez, obligado por la presión ciudadana, debió renovar su compromiso de servir al Paraguay, así como apostar al diálogo y la rectificación de rumbo, prestando atención a las críticas de todos los sectores. Asimismo, la opinión pública espera que los cambios anunciados por el presidente de la República en su gabinete sean el inicio del punto de inflexión en la gestión del actual gobierno. Constituyen relevos importantes y renace la esperanza de que no todo estaba perdido, sino que hay una clara intención de generar un importante golpe de timón, como no se había visto hasta ahora.
Tras los serios incidentes del viernes en la noche entre manifestantes y policías, que dejó un saldo de varios heridos y contusos, debió ratificar la garantía del derecho de manifestación y expresión, así como su reconocimiento de que este es un ejercicio constitucional de todos los ciudadanos. También aprovechó para hacer un llamado a la ciudadanía en medio del actual escenario sanitario. Paraguay “no necesita un escenario de confrontación, de polarización y de grietas sociales (…). No necesita de marchas y contramarchas, sino de entendimiento y unidad”, expresó.
Si bien no fueron destituidos todos los cuestionados y resistidos por la ciudadanía y solamente se ejecutó tras la presión ciudadana, al menos con la salida del jefe Gabinete de la Presidencia, Juan Ernesto Villamayor; del ministro de Educación y Ciencias, Eduardo Petta; de la ministra de la Mujer, Nilda Romero, y del ministro de Salud, Julio Mazzoleni, estas movidas en el tablero constituyen un esfuerzo del Ejecutivo por recuperar la confianza de la ciudadanía.
Es importante para el éxito del actual gobierno la salida de Juan Ernesto Villamayor, quien arrastra pesados antecedentes vinculados a supuestos hechos de corrupción que vuelven cada vez más insostenible su continuidad en el gobierno del presidente Abdo. La última acusación contra este secretario de Estado es que, en enero del 2021, según una investigación del Washington Post, estaba negociando con un funcionario de Guaidó y un abogado argentino, cercano al tío del actual mandatario, la deuda de Petróleos Paraguayos (Petropar) con Petróleos de Venezuela (PDVSA). Según lo revelado, pretendían quedarse con una comisión de US$ 26 millones.
Asimismo, es una manifestación de comprensión de la realidad nacional dejar a un costado, finalmente, a otro de los funcionarios más resistidos, el ministro de Educación y Ciencias, Eduardo Petta San Martín, calificado por la ciudadanía en general como el verdadero virus que enferma a la educación nacional con una gestión paupérrima en esa cartera de Estado. La más patética de sus últimas actuaciones fue pretender iniciar un año lectivo presencial con colegios y escuelas en riesgo de derrumbe, falta de condiciones sanitarias y kits escolares a medias.
En el caso de la cartera de Salud, es importante frenar las roscas mafiosas que impidieron una gestión adecuada para que en tiempo y forma se garantice en los hospitales públicos el abastecimiento de medicamentos, insumos y equipos, respetando los procedimientos y sin nuevos escándalos de corrupción.
Asimismo, el cambio de Nilda Romero, en la cartera de la Mujer, es una movida importante, ya que perdió toda autoridad moral y legitimidad para representar a la mujer paraguaya en una secretaría de Estado. Además, fue acusada de supuestamente haber aumentado su patrimonio en casi 7.000 millones de guaraníes en los últimos cuatro años. Igualmente, afirman que por su inoperancia y por partidizar la institución miles de mujeres están siendo víctimas de feminicidio, abusos sexuales, violencia, tortura y ejecución, sin que esta cartera haga nada al respecto.
El hartazgo ciudadano llegó a su límite y en las calles se cuestionó al mandatario su falta de visión y la ausencia de cambios necesarios para hacer un nuevo modelo de gestión y de política gubernamental, que finalmente anoche en algo se dio. Para la clase política, la crisis del gobierno de Mario Abdo debe ser motivo de reflexión. Es momento de erradicar el amiguismo, la improvisación, los egoísmos personales, la codicia, entre otros antivalores propios de este sector. Paraguay requiere con urgencia cambios profundos que mejoren la gestión gubernamental y la calidad de la democracia.