Una comunidad significati­vamente relevante para el departamento Central es Lambaré; su interconexión con Asunción la convierte en parte de una dinámica metropolitana que la pro­yecta hacia un protagonismo impor­tante de cara al futuro.

Sin embargo, Lambaré siempre ha care­cido de líderes que sepan manejar los intereses comunitarios con transparen­cia y, por sobre todo, con talento. Cons­tantemente la corrupción ha sido parte de su propia forma de gestión.

Asombra por ello ver que en un reciente mitin de la cuestionada senadora Lilian Samaniego haga su reaparición Roberto Cárdenas, el ex intendente imputado en diversas causas de investigación de hechos de corrupción y malos mane­jos de los fondos de los ciudadanos de Lambaré. No hay dudas de que la falta de ética provoca que la línea moral de las postraciones no sea un decálogo de bue­nos antecedentes, sino la letra del tango “Cambalache” cuando dice “cualquiera es un señor”.

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El municipio de Lambaré debe dar un portazo en las narices de los corruptos que pretendan volver a tomar las riendas de la comunidad y recordar a promo­toras como Lilian Samaniego que esta es una comunidad digna, que quiere un futuro distinto, que pretende salir de su pasado de retraso y ponerse en línea con las ciudades más progresistas.

Si bien el desafío es grande, con buena gestión y honestidad se puede elevar a Lambaré al lugar que le corresponde y convertirla en una ciudad donde funcio­nen los servicios, tenga lugares públicos razonablemente atendidos, se cultive la cultura y el arte, entre otras cosas. La cuestión pasa por saber escoger evi­tando que los escombros y fantasmas de la mala política de siempre hagan su aparición nuevamente en el manejo de la comunidad.

Para ello, los ciudadanos deben estar atentos a las propuestas que realicen los postulantes y evalúen cuáles de ellas son las que revisten mayor consistencia y coherencia, anclado todo en el testimonio de los postulados. Mal podría –por ejem­plo– un Roberto Cárdenas o sus repre­sentantes prometer un gobierno transpa­rente porque es imposible que le crean.

Las elecciones serán una oportunidad para elegir, esta vez a la mejor figura para conducir a Lambaré hacia un futuro mejor.

Obviamente, lo mismo se puede decir del resto de las comunidades en las que la corrupción es un problema clave que retrasa y provoca un clima de insatis­facción ciudadana. En este sentido, los ciudadanos del Paraguay, en general, deben convenir el no convivir más con la corrupción y los corruptos y ello debe expresarse en las urnas como un gesto cívico concreto.

No se debe olvidar que las elecciones municipales son un primer paso hacia las elecciones generales del 2023 y siem­pre constituyen un ejercicio previo que tiene su incidencia.

Pasa también por entender cuál es la misión de las autoridades municipales, principalmente en aquellos municipios donde los malos manejos se han conver­tido en un mal endémico. Allí debe ins­talarse la ciudadanía con la única vacuna que los puede inmunizar de malos gobernantes: la calidad del voto.

Los desafíos ambientales, el derecho de las personas a tener un mejor lugar para vivir son motivadores que deben gene­rar ese paso histórico.

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