Las previsiones de todo tipo para la reactivación social y econó­mica del Paraguay parten de suponer como base la buena ges­tión de la crisis sanitaria para enfrentar al SARS-CoV-2, un traspié retrasa o pone en riesgo todas las proyecciones. La llegada de las 4.000 dosis de vacunas, que ayuda­rán apenas a 2.000 personales de blanco de los más de 30.000, es una gota de agua en el mar de las necesidades que todo el país tiene de inmunizarse con prontitud para retomar la normalidad en el sector productivo, educativo, social.

La minúscula importación del antiviral refleja la cadena de decisiones erróneas asumidas por el Gobierno, es evidente que faltó perspicacia entre las autoridades de Salud a la hora de determinar las alter­nativas más oportunas para obtener los antivirales. Pudo más la candidez de las autoridades sanitarias nacionales, quie­nes desde un inicio apostaron todo al sis­tema Covax como la opción para acceder a las vacunas anticovid. Este sistema es un mecanismo internacional de la Organiza­ción Mundial de la Salud (OMS). Este es el principal esquema mundial para vacunar personas en países de ingresos medios y bajos de todo el mundo contra el corona­virus. La meta de Covax es garantizar al menos 2.000 millones de dosis de vacu­nas para fines del 2021 para cubrir al 20% de las personas más vulnerables en 91 paí­ses de menos recursos, principalmente en América Latina, África, Asia, entre ellos Paraguay.

A finales del año pasado, un informe interno conocido por la agencia interna­cional de noticias Reuters de los promo­tores de Covax, dirigido a la alianza GAVI (por sus siglas en inglés, es una asocia­ción de salud mundial público-privada con el objetivo de aumentar el acceso a la inmunización en los países pobres), decía que “el riesgo de que no se establezca una instalación Covax exitosa es muy alto”, esto debido a la falta de fondos, riesgos de suministro y acuerdos contractuales com­plejos con las compañías farmacéuticas, organizaciones benéficas y organizacio­nes internacionales. Con lo cual, millones de personas de países de escasos recursos quedarían sin acceso a vacunas anticovid y solo les llegaría hasta el 2024. A este esce­nario se agrega un comunicado de la Orga­nización Panamericana de la Salud (OPS) de las Naciones Unidas, en el que precisó que ningún país de la región contará con cantidades muy grandes de vacunas en un inicio.

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Países similares al nuestro como Bolivia, Ecuador, Perú, Colombia, entre otros, ase­guraron con laboratorios y negociaron con otros países la provisión significativa de las vacunas, más allá del Covax. Esa ges­tión se reflejó en el inicio temprano de la inmunización de su personal de blanco y de su población en situación de riesgo. Lo que les permitirá retomar la normali­dad de todas las actividades con la debida antelación.

Más allá del papelón gubernamental en la gestión de la crisis pandémica y la provi­sión de las vacunas anticovid, el retraso en el plan de vacunación pone en peligro todos los pronósticos para el desarrollo económico, educativo y social, tal como lo advierte el último reporte mensual de Itaú, de Escenario Macro-Paraguay, el cual indica que esta situación pone en peligro el pronóstico del Producto Interno Bruto (PIB).

Bajo este escenario, aislados del con­cierto internacional para lograr en tiempo y forma las vacunas, solamente queda que el Ejecutivo empeñe inteligentemente sus esfuerzos para mejorar el control del con­tagio, que los ciudadanos asumamos nues­tra responsabilidad y cumplamos los pro­tocolos sanitarios, porque ante la falta de gestión gubernamental estas serán nues­tras únicas protecciones por al menos los próximos dos años, según las previsiones de organismos internacionales.

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