El martes último se realizó el acto de la firma del fideicomiso y finan­ciación para la construcción de la planta industrial de Cementos Concepción SA (Cecon), que se está levan­tando en el distrito de San Lázaro, depar­tamento de Concepción, a la que se suman otras unidades fabriles para procesar cal y hormigón. La inversión de 200 millones de dólares es una de las más importantes que se está concretando en el país y cuando esté en marcha producirá 1 millón de toneladas de cemento por año.

Con ello se podrá abastecer al mercado para­guayo, que ya no necesitará erogar divi­sas para importar el producto extranjero. Esto sin olvidar el provecho que recibirán los habitantes de la zona en lo económico y lo social, como sujetos de la transformación que acarrearán los proyectos.

La principal obra del complejo industrial del norte será la cementera, pero además el pro­yecto contempla una planta de producción de cal agrícola, dos plantas de hormigón, una subestática eléctrica propia, una línea de alta tensión de 30 kilómetros y un puerto privado de propiedad de la empresa sobre el río Para­guay con capacidad para embarcar 2 millo­nes de toneladas de materiales al año.

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Además de las obras industriales se han levantado también otras construcciones, como viviendas para los trabajadores, depó­sitos varios, oficinas y otras instalaciones del complejo que forman parte del emprendi­miento que está conectado a las localidades de Morados y Tres Cerros, cuyos pobladores por primera vez cuentan con agua potable, gracias a la empresa.

El complejo actualmente tiene a 400 perso­nas trabajando de manera directa, sin contar con otros operadores que están involucrados de manera indirecta. Cuando la industria esté en funcionamiento, se estima que ten­drá más de 1.000 trabajadores, sin tener en cuenta los de los talleres y metalúrgicas.

Para agosto del 2022 la planta cementera entrará en operaciones en un ciento por ciento, con equipos de última tecnología de nivel mundial.

Cecon es una empresa que pertenece al Grupo Cartes, que se creó en el 2019 con el propósito de invertir en la instalación de una planta de producción de cementos y productos derivados. Con ella se piensa cubrir el déficit de la producción de cemento y atender el crecimiento de la demanda hoy insatisfecha.

Uno de los puntos más significativos del acto de la firma del fideicomiso fue el acento humano que puso al emprendimiento el principal directivo de la entidad, el ex pre­sidente Horacio Cartes, cuando dijo que un proyecto no es bueno si no tiene en cuenta a la gente. “Estoy seguro de que un proyecto no es bueno si no toca lo social. Si es solo ganar dinero no es completo. Por eso me complace que en este 2020 las localidades de Morados, Tres Cerros, por primera vez están con agua potable, pero aún tenemos mucho por hacer”, manifestó. Luego agregó: “Dios no me va a perdonar si no trabajo fuerte en lo social. Ya me dio todo, Dios y mi país. Yo tengo que seguir trabajando para aquellos que tienen menos. Créanme que estamos con muchas ganas de seguir traba­jando en grandes proyectos y necesitamos de cada uno de ustedes”.

Estas expresiones son de gran valor, pues, como dijo, no se puede pensar solamente en el dinero, tal como suele señalar el papa Francisco y enseña la doctrina social de la Iglesia Católica. Puntualizar tales conceptos no es mera retórica, sino la viva expresión de la idea de pensar en las personas como suje­tos principales de las realizaciones financie­ras y económicas. Lo cual a menudo se olvida y debe ser remarcado con énfasis en una civi­lización en que numerosas grandes corpora­ciones y muchos gobiernos del mundo solo piensan en su ganancia monetaria. A causa de ello millones de personas en el planeta sobreviven en medio de la precariedad y la desesperanza.

La filosofía de realizar inversiones econó­micas o financieras teniendo presente a la persona es un punto a favor de la cementera de Concepción y otros proyectos simila­res. Pues además de realizar la producción industrial de cemento y otros productos, van a dar servicios a miles de individuos que reci­birán la paga por su trabajo y otros beneficios intangibles al ser considerados con respeto, como seres con dignidad humana.

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