Con unas cuantas frases María Laura Quiñónez Galeano –una de las mejores egresadas del Colegio Nacional de la Capital– pintó de cuerpo entero las carencias de nuestro sistema educativo, nos recordó la ausencia del aprendizaje en el año lectivo que fenece. En solo unos segundos apagó los reflectores del ego y del falso triunfalismo de un ministro que sobrevalúa su gestión, pese a ser carente de contenido educativo y de un posible manejo dudoso del presupuesto.

“Aprender, o no, fue bastante irrelevante. Era entregar la tarea, cumplir simplemente eso, cumplir en el papel, que haya un registro de que estuvimos copiando y estuvimos trabajando. Cómo hicimos eso no importó (…) Creo que, si no hubiera sido autodidacta, yo no me sentiría preparada para enfrentar la universidad”, esas verdades a más de llamar a la realidad y a la humildad a quien dirige el Ministerio de Educación también deben sacar del letargo y la rutina a más de uno en la comunidad educativa del país. Bien cabe la parábola bíblica del vino nuevo en odres viejos. Durante sus enseñanzas Jesús señaló en una ocasión que no “se echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo hace que los odres revienten, y tanto el vino como los odres se pierden. Por eso hay que echar el vino nuevo en odres nuevos”.

En reiteradas ocasiones el ministro de Educación, Eduardo Petta, intentó convencer a los alumnos, a sus padres y a los educadores que el odre nuevo de la educación por internet o en línea rellenado con el viejo sistema educativo era un verdadero éxito. Así, asistimos a la pérdida de un periodo de enseñanza financiado con recursos que no cumplieron con el objetivo de la educación en línea, que es propender a facilitar las estrategias de educación acercando los procesos educativos a los procesos reales de la vida, inclinarse por la igualdad de oportunidades, facilitar la innovación de los métodos de enseñanza con la utilización de estrategias múltiples para que el estudiante sea el arquitecto de su propia educación y desarrolle su capacidad de autoaprendizaje y autoevaluación.

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No es que la educación a distancia sea un fracaso, sino que ésta no surte efecto cuando los contenidos, las estrategias pedagógicas y didácticas se pretende implantar sin la innovación necesaria. Las nuevas plataformas para la educación exigen modelos educativos flexibles, efectivos y con soporte en la tecnología. Pero una gran mayoría de los alumnos en el sector público no tenía los recursos necesarios para pagarse un paquete de datos para su celular, mucho menos adquirir tecnología suficiente y necesaria para cumplir con el cometido, en muchos lugares del país la señal de internet iba de mala a pésima, eso al menos cuando había red; en el caso de estudiantes de sectores vulnerables, bueno, estos apenas tenían para el alimento diario.

Pero no todo fue perdido, en medio de las dificultades propiciadas por la pandemia en el sector de la educación, también surgieron modelos innovadores en el método de la enseñanza, que bien pueden servir de guía para el futuro. El método Matte y la plataforma de educación infantil Hippy, aplicada en el Centro Educativo Arambé, institución ubicada en Luque y que recibe a niños de escasos recursos, propiciaron resultados satisfactorios para alumnos y docentes por los logros obtenidos, fue doble la satisfacción puesto que pese a la pandemia se recibieron los primeros egresados de este centro de formación, que forma parte del inicio del proyecto de la fundación Ramón T. Cartes.

El modelo Matte se creó en Chile y se aplica en muchos países, lo utilizan sobre todo los colegios particulares subvencionados para la enseñanza de la lectura y escritura, tiene las ventajas de acortar el tiempo de aprendizaje, que sumado a las nuevas tecnologías permite no solo que los niños aprendan a leer y a escribir en 20 semanas, sino que también les forma hábitos de estudio y análisis para el futuro.

El caso del Centro Educativo Arambé es uno de los tantos ejemplos que ayudan a despertar al sistema educativo de nuestro país. Paraguay necesita de un sistema formativo acelerado, que despierte del letargo y salga de la actual inercia. Que el 2021 sea el inicio de una sincera innovación educativa en nuestro país, y que se repliquen proyectos educativos como el introducido en Paraguay por la fundación Ramón T. Cartes desde hace 12 años atrás.

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