El año que está por terminar en unas semanas más fue difícil en materia de salud y econo­mía para los habitantes del Paraguay y para las finanzas públi­cas, todo por el efecto de la pandemia. En este escenario resulta alentadora la decisión del Gobierno de descar­tar para el próximo año una nueva reforma impositiva que financie el aumento del gasto público y que, por el contrario, desde Hacienda anuncien que se ampliará la base tributaria ata­cando la evasión y atenuar el impacto que producirán los aumentos inclui­dos por el Congreso en el Presupuesto General de la Nación 2021 mediante un decreto reglamentario, un plan financiero y un plan de caja acordes con los ingresos.

Repasando el diccionario, se puede encontrar la definición para desubi­cado, que habla de aquellas personas que están desorientadas o incómodas en un lugar, o que está en un lugar que no le es propio.

Todos esos atributos le calzaron como traje a medida al ministro de Salud, Julio Mazzoleni, cuando impulsado por las críticas a su desacertada ges­tión administrativa al frente de la car­tera de Salud, no tuvo mejor salida que pedir el aumento de impuestos para que el ministerio a su cargo pueda ges­tionarse de mejor manera.

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Esto aunque al inicio de la pandemia y pese al freno económico se le dio al Gobierno y a la cartera de Salud el dinero que solicitaron para que el sis­tema sanitario no llegue al colapso en el que nos encontramos.

Las declaraciones del ministro de Hacienda, Óscar Llamosas, contrastan fuertemente con la del ministro Julio Mazzoleni. Desde Hacienda se plan­tea la mejora del sistema de compras públicas, de la Función Pública y la reforma del Servicio Civil, el de orga­nización de la estructura del Estado y la Ley de Responsabilidad Fiscal 2.0, entre otros.

Sin embargo, desde Salud quieren seguir aumentando impuestos para llevar más dinero de los contribuyen­tes a esa dependencia estatal, que, a más de tener una baja ejecución presu­puestaria –menos del 30% de todo el presupuesto que le fue asignado– aún no respondió a los cuestionamientos sobre la falta de insumos y equipa­mientos en los hospitales, el retraso en el pago a los laboratorios y hospitales privados, ni sobre las irregularidades detectadas en la adquisición de medi­camentos y materiales médicos a las firmas Imedic y Eurotec, entre otros desaciertos de su gestión.

Usar la vieja táctica de hacer estallar una bomba de humo cuando un polí­tico o un alto funcionario del Estado se mete en problemas fue como mínimo una torpeza de sus asesores de comu­nicación, que azuzados por el miedo les estimuló la imaginación para que el ministro Mazzoleni ejerza el ataque como la mejor defensa pese a no tener la razón.

El sector privado necesita acciones y mensajes que le brinden certeza para continuar produciendo, en medio del estrés que genera el freno económico del covid. De ahí que el cumplimiento de los proyectos de reforma estruc­tural del Estado deben ser los pilares fundamentales en el próximo año a fin de mejorar el gasto público, reducir las compras innecesarias y los negociados con las compras públicas, apuntalar la estabilidad macroeconómica del país y optimizar la prestación de servicios públicos.

El 2021 debe caracterizarse por más reformas en el Estado y menos pro­yectos castigo para el sector privado, el cual a pesar de la desaceleración económica pre y pospandemia hizo su parte para aminorar la caída de la eco­nomía a solo 1% del producto interno bruto y así impidió que se cumpla el desplome del 3,5% previsto a inicios de año. Este 2020 el campo nos salvó de un colapso mayor, en el próximo periodo la industria, la construcción, el comercio y los servicios deben acele­rar los motores para reactivar nuestra economía y calidad de vida.

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