Los datos oficiales que se manejan muestran que la economía para­guaya en lo que va del año ha tenido una importante retrac­ción, que ha golpeado a vastos sectores de empresas y personas. Pero el fuerte aumento de las inversiones públicas y otras medidas colaterales ayudaron a dis­minuir los efectos negativos que pudie­ron haber sido más duros. En los últimos meses hay señales positivas, como que la caída no será tan fuerte.

De enero a octubre, el déficit fiscal fue de 4,3% del Producto Interno Bruto (PIB), según el Ministerio de Hacienda. Esto se debió a los efectos de la situación de emer­gencia que afectó a la salud y a la econo­mía, a los que hay que agregar los gastos adicionales que realizó el Gobierno para enfrentar la situación social de miles de personas, además de la disminución de las recaudaciones fiscales que no alcanzaron para cubrir los gastos.

El monto del saldo negativo trepa a 10 billones 121,6 mil millones de guaraníes, que equivaldrían unos 1.441,3 millones de dólares. En los diez primeros meses de este año, el déficit operativo del Estado alcanzó 4 billones 261,3 mil millones de nuestro signo monetario (unos 606.8 millones de la moneda estadounidense), que representan el 1,8% del valor total de la economía paraguaya.

La mala situación financiera que se veri­fica en gran parte del 2020 puso en grave aprieto a la administración estatal, que tuvo que recurrir a un endeudamiento de 1.600 millones de dólares que se autorizó en el Congreso mediante una ley especial de emergencia. Con ese instrumento se pagaron los salarios públicos, se cubrieron las compras más urgentes para los reque­rimientos de la salud y se entregó dinero a los sectores más necesitados para enfren­tar la cesación de empleo y la paralización de gran parte de la economía.

En lo que va del año, las prestaciones sociales impulsadas por el Gobierno tuvieron un aumento de 61,3% para finan­ciar principalmente los programas socia­les, tales como Tekoporã, Adultos Mayo­res, Ñangareko, Pytyvõ y el pago de los subsidios a los servicios públicos.

De enero a octubre, la contracción de los ingresos estatales fue del 6,8% debido a la disminución de la actividad económica.

Los ingresos provenientes de las recauda­ciones tributarias tuvieron una caída del 8,2% en ese tiempo. El bajón se debió a que las percepciones impositivas de la Subse­cretaría de Estado de Tributación (SET) declinaron en 6,3% y a que la Dirección Nacional de Aduanas (DNA) recaudó un 10,4% menos. La disminución de los ingre­sos genuinos no logró que el Gobierno hiciera menos gastos. Al contrario, en lo que va del año el incremento de las eroga­ciones totales fue del 14%. Y dentro de ese capítulo las remuneraciones aumentaron 6,3%. Estas subas se debieron al alza sala­rial de las fuerzas públicas con la indexa­ción al salario mínimo vigente, además de las nuevas contrataciones del personal de blanco para los hospitales.

Pero no todo es noticia negativa. El Gobierno incrementó en 20,29% el total de inversiones físicas hechas de enero a octubre. El monto de los gastos realizados en obras públicas de diversa índole en lo que va de este año asciende a 834,5 millo­nes de dólares, que comparado con lo que se invirtió en igual período del 2019, que era de 693,7 millones de dólares, repre­senta el alza señalada.

Los agentes económicos que opinaron en la encuesta de Expectativas de Variables Económicas (EVE) del Banco Central, correspondiente a noviembre, prevén una menor caída de la economía para este año de lo que decían hace un mes. Creen que será del 2% y no del 2,7%, como afirmaban en octubre. Además, señalan que habrá un efecto rebote de 3,5%, que indica la recu­peración de la situación negativa anterior. Hay analistas del sector privado que afir­man que la economía tendrá una menor declinación a la que se prevé oficialmente debido al mayor movimiento que se detecta en varios sectores.

Teniendo en cuenta las expectativas del mercado que señalan que la caída será menor a la prevista y a ciertos indicado­res positivos, se puede afirmar que lo peor de la crisis ya pasó y que no se exagera al decir que se avecinan tiempos más auspi­ciosos.

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