Pocos minutos después de las 5:00 de ayer, se reabrió el Puente de la Amistad, entre Ciu­dad del Este y Foz de Yguazú. Comenzaron a llegar los brasileños al lado paraguayo y a salir hacia Brasil los ciudadanos de nuestro país. Todos con la esperanza de volver a andar el camino de siempre para el intercambio comercial y para que miles de personas que viven en la angustia de la incertidumbre puedan retornar al trabajo para ganarse el sus­tento.

Algunas horas después se produjo el mismo fenómeno entre Salto del Guairá y Mundo Novo, y entre Pedro Juan Caballero y Ponta Porá, poniendo fin de ese modo al cierre de frontera entre ambos países, que comenzó el 24 de marzo pasado a causa de la pan­demia del coronavirus que por entonces recién se iniciaba en nuestra región.

Luego de seis meses y tres semanas, Para­guay y Brasil tomaron la decisión que, si todo va bien, constituirá un paso decisivo para superar la emergencia económica cau­sada por los embates de la pandemia. Para ello hubo muchas negociaciones, presio­nes y hasta manifestaciones violentas en la capital del Alto Paraná, que de ese modo cumple uno de sus propósitos, aunque per­dura la amenaza de la enfermedad como una espada de Damocles.

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El hecho encendió la alegría de los habitan­tes de las ciudades fronterizas porque es un paso decisivo para retornar a la normali­dad perdida a causa del mal. Pero al mismo tiempo constituye un gran desafío, pues se deberán tomar los recaudos sanitarios con mucha seriedad para garantizar que la experiencia económica no tenga repercu­siones negativas en el campo de la salud.

Debido a los peligros existentes en el terreno sanitario es que los gobiernos de los dos países establecieron que esta aper­tura sea experimental, que tendrá una duración de 15 días, luego de los cuales se analizará sus consecuencias sanitarias y así determinar el rumbo definitivo a seguir.

A pesar de la euforia de la apertura fronte­riza, el panorama sigue siendo de cuidado a estar por los números. Hasta el martes 14, Brasil contabilizaba 5.141.498 casos de coronavirus, con 151.779 fallecidos, lo que hace un promedio de 2.448 contagiados cada 100 mil habitantes y 72 decesos cada 100 mil habitantes. En Paraguay también van creciendo las cifras, a raíz de lo cual a la fecha indicada había 51.845 contagiados, con 1.131 decesos, lo que representa 720 casos cada 100 mil habitantes y 15 muertos cada 100 mil habitantes.

Hay que admitir que la determinación de los gobernantes de uno y otro país consti­tuye una arriesgada apuesta, que se espera consiga el premio deseado. El covid-19 sigue siendo un peligro palpitante cuya vigencia sigue creciendo peligrosamente en ambas naciones con su carga de muerte y sufrimiento.

Como ha dicho el propio ministro de Salud, en nuestro país estamos muy lejos de haber superado el problema, lo que se nota en la evolución cotidiana de nuevos contagia­dos y fallecidos. Si se tiene en cuenta que, según los especialistas, los números rea­les de casos estarían entre 5 y 10 veces más de lo registrado, en Paraguay estaríamos teniendo entre 250 mil y 500 mil personas afectadas por la enfermedad.

La satisfacción de que con la reapertura de la frontera alrededor de 10.000 trabajado­res podrían recuperar sus empleos y que se movilizarán las ventas se mezcla con la incertidumbre de cómo irán las cosas en el campo sanitario. Más aún teniendo en cuenta que el Alto Paraná es uno de los departamentos del país que más casos de contagios y decesos ha tenido.

Debido a ello, el protocolo establecido por las autoridades de Salud Pública debe cumplirse estrictamente y sin permitir ninguna excusa ni excepciones. Si quiere garantizar la salud pública, el Gobierno no debe dejar en las manos privadas ese deli­cado control, por la responsabilidad polí­tica que tiene ante la sociedad paraguaya.

La reapertura de la frontera con el Bra­sil es un hecho de suma importancia para el Paraguay, que causa la satisfacción de mucha gente por todo lo que implica. Es el camino que hay que seguir en la frontera con los otros países. Por esta razón, hay que realizar todos los esfuerzos posibles para asegurar su éxito.

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