Ayer se celebró el Día Mundial de la Salud Mental, a pro­pósito del tema, la Organi­zación Mundial de la Salud (OMS) recordó que la salud mental es un pilar central y componente integral de la salud general de la población de un país, la mala salud mental de una nación es causa y consecuencia de la pobreza, una educación deficiente, la desigualdad entre los géneros, de la mala salud general, violencia y otros problemas sociales, cita el informe. Además, limita la capacidad de quie­nes la padecen para trabajar en forma productiva, para ejecutar su potencial y contribuir al país. La salud mental es una de las cuestiones más descui­dadas, y sin embargo esenciales, en la consecución de los objetivos de desa­rrollo de los países.

El tema en nuestro país aún enfrenta el desafío de limitadas investigacio­nes, adolecemos de datos actualiza­dos, contamos con un recortado pre­supuesto público y una alta carga de prejuicios sociales sobre las personas con dolencias mentales. Ni en el sec­tor público, ni en el privado aún no cuajo la importancia de invertir en políticas que mitiguen las enfermeda­des metales, para fortalecer el carác­ter productivo de la sociedad en todos sus órdenes. Las políticas públicas en Paraguay aún se encuentran muy reza­gadas en comparación con países de la región como Brasil, Argentina o Uru­guay, esto se refleja en el presupuesto estatal que se destina para revertir las dolencias metales, en el caso de Para­guay el monto es inferior al 2% del pre­supuesto asignado al Ministerio de Salud.

Un informe de la OMS sobre los pre­supuestos asignados a los sistemas de salud mental en la región señala que el rango va de 0,2 al 7%. Según el informe en Paraguay el porcentaje ronda el 1,84%, Bolivia 0,2%, Argentina 2%, Brasil 2,4% y Uruguay 7%.

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En Paraguay ese 1,84% del total del presupuesto asignado al Ministe­rio de Salud para el 2020 equivale a cerca de 33.330 millones de guara­níes para salud mental, de este monto casi el 90% se destina al pago de ser­vicios personales. Paraguay solo tiene un hospital psiquiátrico para toda la población del país, está en Asunción y abarrotado, este centro de salud absorbe el 84% del citado porcentaje.

Las cifras presupuestarias revelan la orfandad del país en materia de apoyo al fortalecimiento de las políticas públicas destinadas a la salud men­tal de la población de Paraguay. Si bien esta es una mochila que se arrastra por décadas, fue durante la pandemia cuando se hizo más visible el problema y la necesidad de contar un sistema de salud mental fuerte. Entre marzo y octubre, período de cuarentena por la pandemia del coronavirus, las consul­tas crecieron en un 40%, estas están relacionadas con cuadros depresivos, ansiedad y estrés.

El sistema de salud mental de Para­guay se sustenta en la Política Nacio­nal de Salud Mental, en la Unidad Móvil de Salud Mental y en los Hoga­res Sustitutos, pero esta iniciativa de descentralización de la atención como una estrategia válida para alcan­zar a más pacientes a nivel país, en la práctica resulta insuficiente, puesto que Salud Pública para los más de 7.000.000 de habitantes solo cuenta con 210 psicólogos en 52 unidades psiquiátricas distribuidas en todo el territorio nacional, un número suma­mente bajo para la cantidad de pacien­tes que cada día buscan atención en el sector público. Se impone apoyar acciones, que en muchos casos son a pulmón para facilitar el acceso a los servicios, como el de telesiquiatría que llega a los 17 departamentos del país, coordinado por el Hospital de Clínicas.

Tanto el sector público como el pri­vado deberían adoptar el lema de la OMS, “salud mental para todos: mayor inversión - mayor acceso. Todos, en todas partes”. Y es que la depresión, la ansiedad, el estrés, entre otras dolen­cias van a reemplazar en la punta de la pirámide de las enfermedades a los problemas cardiovasculares e incluso al cáncer, es necesario trabajar para la buena salud mental de la población del Paraguay, porque esto no solo deter­mina su calidad de vida, sino también el potencial de nuestra gente para pro­ducir desarrollo.

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