La tranquila tarde paraguaya del miércoles último se vio de pronto agitada por la noticia del secuestro de dos personas en el Norte, no lejos de donde la semana anterior se produjo el ataque de efectivos de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) al campamento de una organización terrorista que opera en la zona. Como uno de los raptados es un conocido político, ex vicepresidente de la República y connotado empresario ganadero de la zona, el golpe producido por el hecho es muy grande. Y permitió suponer que se trataría de una represalia del grupo criminal por el abatimiento de dos niñas, hijas de algunos facinerosos, en el ataque comentado.
Al margen de cualquier otra consideración que se pueda confirmar o desmentir con el paso de las horas, el suceso produjo un inocultable impacto político, sobre todo en el Gobierno, que se ve ahora ante el terrible dilema de qué hacer para no poner en peligro la vida de los raptados.
Por de pronto los criminales han conseguido sacudir la tranquilidad ciudadana con lo que se considera una venganza por la muerte de las dos menores componentes del grupo. Además del dolor de los familiares de los secuestrados y la frustración de la ciudadanía ante un hecho que le recuerda que la seguridad pública está amenazada.
Independientemente de quiénes lo hayan cometido, el acto es inaceptable y no puede admitirse bajo argumento ideológico de ninguna laya. El secuestro de personas, sea para pedir rescate o para demostrar la musculatura política, es un acto criminal condenable. Porque nadie tiene derecho bajo ninguna explicación a coartar la libertad de las personas y obligarlas a doblegarse.
Los criminales responsables de este doble rapto deben reconsiderar su actitud y liberar inmediatamente a sus víctimas. Porque su actuación es ilegal y repudiada por la sociedad, como lo que es, un atentado contra la convivencia pacífica de las personas. Con ella no van a conseguir la aceptación de la ciudadanía que valora la libertad como uno de los bienes más preciados después de la vida. Más bien obtendrán el rechazo por su lamentable actuación.
Tampoco van a alcanzar ningún rédito válido que contabilizar a su favor, excepto el infundir temor entre la gente. Tienen que reconocer que la guerrilla como arma para tomar el poder está cada vez más desgastada en el mundo y no tiene porvenir en el Paraguay.
Las autoridades competentes deben hacer el esfuerzo con todos los medios para conseguir la libertad de los dos ciudadanos y devolverlos sanos y salvos a sus familias. No deben descartar la negociación como camino. Pues por encima de todo hay que preservar la vida de ambos, como el objetivo más importante.
Durante el gobierno anterior se creó por ley la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) con instrumentos bien concretos para facilitar la lucha contra los rebeldes del norte. Aunque se podrían esperar mejores resultados, este es el momento de aumentar la confianza en la FTC y de reforzar su delicado trabajo, con nuevas estrategias y con más apoyo en hombres y en equipos. Se debe capitalizar la experiencia de las fuerzas de seguridad de otros países que tienen años de lucha contra la insurgencia para mejorar la tarea. El Gobierno le debe dar más medios para intensificar el trabajo de inteligencia y de persecución. Pero nunca debilitarla y menos suprimirla, como pretenden sus críticos, porque no se puede abandonar el campo de batalla cuando el enemigo está avanzando.
Al margen de las posiciones ideológicas, la ciudadanía tiene que prestar su concurso en la lucha para perseguir al crimen dando su apoyo a las fuerzas legales. De los partidos y movimientos políticos se espera su cooperación incondicional con el Gobierno Nacional en este delicado tema, que es de vida o muerte para nuestra democracia.
No es momento de controversias entre los diversos sectores de la comunidad paraguaya, sino de unión en el común afán de defender nuestro estilo de vida de libertad y democracia, condenando la violencia como método de hacer política y pidiendo el castigo de los que actúan al margen de la ley.
Secuestrar personas es un crimen execrable y nos debe encontrar a todos unidos para repudiarlo y buscar una sociedad mejor.