Se escucha de tanto en tanto la versión sobre que aun en países de Europa los equipamientos como las unidades de Terapia Intensiva entraron en crisis ante la pandemia tratando de comparar con Paraguay; sin embargo, tal comparación no es válida si se tiene en cuenta un aspecto: la densidad de camas por habitantes es muy superior en tales experiencias. La nuestra sigue siendo altamente deficitaria si lo analizamos desde el lugar de la posición en la que estamos para enfrentar el covid-19, una vez que ya pasaron seis meses del anuncio de una enfermedad que tendría su pico en esta época.
Si además sumamos a ello que somos –y con frecuencia lo exponemos con cierto orgullo– uno de los países con menor índice de enfermos, la cuestión es mucho más sencilla; la crisis debería ser mucho más manejable aquí que en los demás países en materia de capacidad hospitalaria, si sumamos a ello la potente inyección económica que ha existido para equipar centros hospitalarios de lo que tendríamos que hablar en este momento es de la calidad que tuvo ese esfuerzo por reforzar nuestras capacidades y de sus resultados en la presente crisis sanitaria.
En concreto, es más fácil explicar la crisis del sistema en países que descuidaron sus fases iniciales y explotaron en casos (EEUU supera los 5 millones) que en un país en el que juzgamos como diferente por las medidas iniciales de precaución como el Paraguay. Esa debería ser la línea de base que evite todo colapso. Ante ello lo que debe hacer el Ministerio de Salud es demostrar su capacidad de gestión en la adquisición de equipamientos para que el sistema de salud no colapse. Es muy difícil justificar que el país mejor posicionado en menor cantidad relativa de casos pueda ser deficitario en atención a sus pacientes.
En este momento el tema debería ocupar el centro de la agenda, ya que apenas estamos teniendo los primeros remezones del pico estamos con riesgos de déficit. Toda la atención de los organismos de salud debe estar aplicada a gerenciar la relación de asistencia a los pacientes y ello debe notarse claramente. Son importantes las rutas, probablemente los déficits en materia educativa ya no se van a superar hasta que exista un gerenciamiento adecuado, del MAG se puede decir lo mismo: ante ello queda ahora la impronta de apostar a Salud, de generar el más potente de los esfuerzos para completar lo que falta porque, además, el MSPyBS tendrá que soportar la presión de la opinión pública que vincula las carencias con los hechos de corrupción que se detectaron en los procesos de compras de equipamientos sanitarios.
El Gobierno central también tiene que ser consciente de ello y apretar el acelerador en tal gestión para evitar que la ola de críticas represente en sí misma un factor más de desequilibrio en medio de la crisis. En concreto, el esfuerzo por equipar los centros hospitalarios con equipamientos, camas, tecnología y talentos debe ser un esfuerzo que se vea mucho más como preocupación primordial de las autoridades.
Si pudimos ser uno de los países con el menor índice de infectados en la región también pudimos haber equipado los hospitales para que tal menor índice de infectados tenga un sitio, ese es el segundo examen que tenemos que superar a continuación y está en manos de las autoridades el lograrlo.
Desde los medios de comunicación, la opinión pública y hasta por parte de ciertas autoridades se hizo todo lo posible por acompañar el proceso educando, controlando y poniendo el hombro, hoy es el momento de los responsables del área de Salud (y ello va mucho más allá del discurso) de generar infraestructura y equipamiento en materia de salud para el peor momento que está llegando.