La narración de lo suscitado días atrás en las calles de Ciu­dad del Este, entre el reclamo social y el vandalismo, es la crónica de un estallido social anun­ciado que puede trasladarse al resto del país, por lo que se deben diseñar con antelación las medidas necesa­rias para minimizar el mal momento que pasa la población, pero las solucio­nes no pasan solamente por la ayuda social, sino que se requiere creatividad y aprendizaje de las experiencias de otros países para adaptarlas a nuestra realidad. No habrá dinero suficiente para poder compensar las necesidades de todos, la asistencia social debe enfo­carse en aquellos sectores con menos recursos y capacidad para generar nue­vos ingresos.

El daño colateral de la pandemia por el covid-19 en la economía suscitó el cie­rre de empresas, la pérdida de empleos, el freno del consumo y, por ende, de la producción. Acá es donde la crea­tividad debe entrar en acción porque es donde está el motor del producto interno bruto.

Paraguay cumple con algunas de las características para minimizar la caída y tener una recuperación más rápida, según los análisis de los organismos internacionales. En uno de los últimos análisis del Banco Mundial, se señala que a pesar de que la economía global va rumbo a una de las peores recesio­nes de las últimas décadas, se prevé que la economía de 30 países crecerá este año a pesar de la pandemia. Entre los cinco puntos que explican el creci­miento de estos países en esta coyun­tura cabe citar: mayor dependencia de la agricultura, menos impacto de la pandemia. Estos son dos elementos con los cuales nuestro país tiene mayor proximidad y que pueden ayudarnos a una pronta reactivación. Los otros puntos para el crecimiento que mira el Banco Mundial son: menos depen­dencia en el turismo internacional, un sector servicios más pequeño, menos integración al comercio internacio­nal. Aquí debemos comprender que el mundo como conocimos cambió, hay rubros que no van a tener el impacto en la economía que antes buscábamos con mayor afán, y es necesario poner énfa­sis en los rubros que en esta coyuntura nos brindarán una pista para despegar.

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Los países más desarrollados vienen acusando un impacto en sus econo­mías. Solamente Asia Oriental y el Pacífico mostrarán un crecimiento de 0,5% por la influencia de China, aun­que se prevé que el gigante asiático progrese solo un 1%, que es una tasa chica en comparación con los anterio­res años.

El ex presidente del Banco Central del Paraguay Carlos Fernández Valdovi­nos, con mucho acierto, hacía énfasis en que es extremadamente difícil que el Estado asuma solo las consecuen­cias de la pandemia. “El Estado es 15% del producto interno bruto; el sector privado, que es el que colapsó, es 85%. Es imposible que con un 15% poda­mos compensar el 85%. Entonces, es una situación extremadamente difícil, en donde no van a alcanzar nunca los recursos que se tienen disponibles”, argumentaba.

Si bien la pronta vigencia del programa Pytyvõ 2.0 planteado por el Ejecutivo beneficiará a trabajadores en la fron­tera, así como a los demás del resto del país, y ayudará a descomprimir la presión social, debemos compren­der que solo es una medida emergente, insuficiente y coyuntural. Por eso hay que apurar las medidas creativas para reactivar el motor del producto interno bruto –empleo, consumo, producción– en el marco de la nueva realidad econó­mica nacional y mundial.

El Estado, que finalmente se nutre del dinero de los contribuyentes, no podrá sostener en el largo plazo los subsi­dios porque los ingresos del fisco se ven afectados en la medida que los contri­buyentes no pueden generar ingresos. Es urgente que el Gobierno empiece a trabajar con el Congreso en el Plan de Reactivación Económica, que reali­cen las modificaciones necesarias pen­sando en el mediano plazo y que la pro­ductividad en el marco de las nuevas demandas se reactive.

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