Entre los efectos colaterales de la pandemia del covid-19, está el impacto en las economías mundiales. Todas se agitaron por la colisión, unas más que otras por supuesto y en algunos casos el efecto está siendo abrumador. Habrá un antes y un después de esta crisis sanitaria, y debemos retomar el rumbo, la certeza, la confiabilidad para poder avanzar en un mundo que será diferente porque debemos estar conscientes de que no será el mismo que conocimos antes de marzo del 2020 y de hecho ya cambió en muchísimos aspectos. Ante este panorama, los gobiernos aceleran la aplicación de una serie de medidas para enfrentar y limitar el destructor impacto económico por la transmisión del coronavirus en las familias, los trabajadores y en las empresas. En Paraguay vamos a paso lento con la aplicación de las políticas para limitar los efectos colaterales. Apenas hemos podido con la asistencia a los sectores vulnerables, algo en apoyo financiero para algunos sectores y fue imposible fortalecer el sistema sanitario pese a que se incrementó la disponibilidad de recursos públicos para el sector de la salud. Esta era una de las medidas más claves en el marco de la pandemia. 

Dimensionar con honestidad la caída de la actividad económica en nuestro país es el primer paso para estimar la intensidad del esfuerzo para retomar el rumbo. Sin embargo, debe ser un nuevo rumbo porque ni el país ni el mundo mantiene la misma situación existente antes de la pandemia. 

La visión de mediano plazo es fundamental para construir el nuevo modelo estructural de la actividad productiva, recalculando los impactos en el mediano y largo plazo de las nuevas medidas porque, como decíamos ayer, un error en el cálculo puede llevar al país a situaciones irreversibles en su estructura productiva, de empleo y bienestar.

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El BCP está a la altura de la situación, por la serie de normativas adoptadas en materia monetaria y financiera, ayudando a preservar la liquidez de los bancos, reduciendo las tasas de política monetaria a su mínimo histórico, facilitando la apertura de líneas de crédito especiales, entre otras tantas acciones. 

Sin embargo, la población continúa esperando del Gobierno que este responda con mayor resolución, de manera innovadora y en conjunto para suprimir la propagación del virus y afrontar el desastre socioeconómico que el covid-19 continúa causando. 

Que retome el rumbo de la dinámica de creación de empleos, seguido de medidas que ayuden a aumentar el consumo, enfocarse en mejorar la recaudación impositiva, echar a andar la alianza público-privada, ser criterioso con la revisión de la Ley de Responsabilidad Fiscal para que esta se enfoque en el ingreso y no en el gasto. 

Nuestra economía emergente y nuestro limitado mercado nos obligan a mantener un importante nivel de interdependencia productiva y comercial, pero estos factores están cambiando con la pandemia, el mundo avanza hacia una economía mundial más regionalizada y es en este nuevo escenario en el que el Paraguay debe ubicarse. 

El Gobierno y el sector privado deben trabajar en políticas que nos ayuden a participar activamente en esa nueva globalización productiva, comercial y social, con políticas que enfaticen el desarrollo autónomo nacional, pero sin descuidar la regionalización. Hay que desarrollar una administración gubernamental con tendencia inclusiva y con predisposición a la sostenibilidad, que nos permita acuerdos económicos, políticos y sociales internos, así como con los países de la región para negociar esa nueva normalidad y globalización. A todos en Paraguay la pandemia del covid-19 nos marca el punto de inflexión: es el momento de retornar al rumbo para recuperar la certeza. 

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