El plan de recuperación eco­nómica, que es la principal apuesta del Gobierno para salir de la crisis, prevé la realiza­ción de inversiones públicas, mantener la ayuda monetaria a los sectores socia­les más necesitados, canalizar más fon­dos para la banca estatal encaminada a mejorar los créditos y la reestructuración estatal. Son propuestas que deben apo­yarse y cuya concreción se debe asegurar con rapidez. Porque si no se le da efecti­vidad en el plazo que se necesita, no se podrán alcanzar los objetivos propuestos.

Algunos técnicos y funcionarios del Estado han dicho también que para que el proyecto gubernamental tenga efecto, se debe encarar una reforma estructu­ral, aunque no se han dado detalles de ella. Hay que poner en práctica todos esos buenos propósitos, pero se debe comen­zar insistiendo en los puntos más frági­les para dar mayor fuerza a los sectores que realmente posibilitarán la recupera­ción económica del país. Si no se aprie­tan los botones donde corresponda, no hay motor que pueda arrancar, por lo que conviene insistir en la claridad de los planteamientos.

En una reunión con empresarios de la producción agropecuaria, el ministro de Hacienda aseguró que si el referido plan no cuenta con un proceso de transforma­ción del Estado, no será suficiente. Ase­veró que la mencionada transformación estatal busca la eficiencia y la calidad del gasto. Y para que nadie pensara que esa modificación podría significar una catás­trofe para los beneficiados de siempre, aclaró que todos los programas sociales seguirán en curso. “Y no dejaremos que ninguno se debilite, por lo que plantea­mos un financiamiento adicional para que sean programas vigorosos”, remarcó.

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En tono optimista, dijo que estima que se tienen todas las herramientas para llevar adelante el proceso. “Los números van a dar cuenta que seremos el país con menor impacto en la región y también el que más va a rebotar el año que viene”, confió.

El proyecto del Gobierno rebosa de bue­nas intenciones, pero ha recibido críticas porque se necesita que encare medidas que ayuden rápidamente a la reactiva­ción. Algunos observadores señalaron que las recetas del plan están muy orien­tadas a realizar obras públicas, pero que no se sabe qué medidas adoptarán para fortalecer a las pequeñas y medianas empresas, que son las grandes impulsoras de la reanimación del país. Piden que se dé más fuerza a su ejecución, con decisiones concretas que vayan más allá de medidas paliativas como los subsidios y que hagan dinamizar las estructuras productivas. Con relación a las ayudas sociales, se ha señalado que son importantes, pero que no bastan y hay que ir más allá en busca de soluciones permanentes, con más empresas reactivadas que mantengan y aumenten la creación de los empleos.

Hasta ahora, ningún alto exponente del Gobierno ha dado detalles de en qué con­sistirá la mentada reforma estructural del Estado, qué se modificará, cómo se cambiará su esquema, qué se cortará, a quiénes afectará, qué cosas se agregarán.

Si con la reestructuración se pretende hacer más eficiente al Estado, se tendrá que cortar gran parte de los gastos super­fluos, que son los salarios de los emplea­dos públicos, eliminar ministerios y ofi­cinas que no tienen mayor importancia, disminuir erogaciones, crear estructu­ras que aumenten los ingresos, adminis­trar mejor los recursos públicos. Tam­bién se tendrá que hacer más eficiente al fisco para recaudar más sin caer en la tentación de aumentar o crear nuevos impuestos, que es uno de los temores que justificadamente abrigan algunos grupos económicos.

En el área empresarial se cree que des­pués de esta emergencia el Estado nece­sitará más recursos para enfrentar los nuevos desafíos sin necesidad de recurrir solamente a nuevos préstamos públicos y que necesariamente querrá disponer alguna medida impositiva que le permita cobrar más tributos. Por eso sostienen que toda reestructuración debe tener como único pilar el recorte de los gas­tos públicos que ocasiona la ineficiencia estatal. Y que debe aumentar sus ingre­sos persiguiendo el contrabando y elimi­nando la informalidad que hacen que la evasión fiscal sea muy alta.

La propuesta de reestructurar el Estado paraguayo debe ser apoyada por todos los sectores de la ciudadanía porque es necesaria. Pero no para hacer modifica­ciones insustanciales, sino para achicarlo y hacerlo más eficiente en su tarea de ges­tionar mejor la conducción del país.

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