Los estudios de los organismos internacionales especializados hacen hincapié en que la economía está viviendo sus peores momentos en muchos años y que Paraguay tiene ya una importante caída a consecuencias de la pandemia. Los datos sobre los hechos acontecidos son indesmentibles y las previsiones sobre el corto plazo son muy cautas, pues si bien se cree que no será peor a lo acontecido en abril, la incógnita es cuánto disminuirá ese saldo negativo. No es que estaremos mejor, en el sentido de que crecerá más la economía, sino que no estaremos tan mal como en el cuarto mes del año. Es como el caso del enfermo internado que tiene una mejoría pero que debe seguir en el hospital por su enfermedad.
La situación es compleja, pues si bien existen datos que permiten un cierto optimismo, no hay ni una sola evidencia sustentable para afirmar con certeza que todo irá mejor. Menos si se miran los números de nuevos contagiados por la enfermedad que están creciendo fuertemente y que hace temer que en un momento dado haya que dar marcha atrás en la cuarentena inteligente y aprisionar de nuevo a las personas y a la actividad económica entre cuatro paredes. Pero el pesimismo no es un buen consejero y hay que seguir marchando con fuerza en la dirección que lleva hacia los objetivos propuestos. La vida enseña que la diferencia entre el perdedor y el triunfador es muy sencilla: ante los fracasos, el primero se queda a llorar sus penas, mientras el otro se levanta, restaña sus heridas y sigue su camino para conquistar sus metas.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en su estudio más reciente apunta que en todo el continente la situación económica será muy desfavorable. Su reciente estimación indica que la actividad económica de la región caerá en 9,1% de la previsión de abril que era -5,3%. En el caso de nuestro país, dice que en lugar de decrecer 1,5%, como señalaba anteriormente, su caída será este año de 2,3%. Como pálido consuelo para los paraguayos, consigna que la economía de nuestro país será la de menor caída que la de los otros países del continente.
Consigna que Venezuela estará en el peor lugar con un descenso del 26%, seguidos de Perú con -13% y Argentina, con -10,5%. Para el Brasil prevé un bajón económico del 9,2%.
Pero no todas las noticias son desalentadoras, pues el BCP acaba de dar a conocer que el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) del Paraguay de junio ha aumentado con relación al de los meses anteriores, lo que indica que existe un ligero optimismo entre la gente. El ICC es un estudio que indica el promedio de otros varios índices, como el que trata de la situación económica y el de las expectativas económicas. Lo resaltante es que se ha constatado una mayor confianza que en abril y mayo, luego de la apertura de la cuarentena que posibilitó reabrir los negocios y la vuelta al trabajo.
Mientras tanto la economía de China ha comenzado a crecer luego de haber sido azotada por la terrible tempestad del covid-19. La agencia de noticias AFP reveló que el PIB de ese gran país aumentó un 3,2% en el segundo trimestre del año, luego de haber registrado su peor resultado de los últimos tiempos en los primeros tres meses. Como dice el cable noticioso, “fue el primer país en reactivar su actividad y podría ser un indicativo de la esperada recuperación de la economía mundial”. Aunque muchos analistas cuestionan las cifras oficiales de ese país, nadie discute que la economía china ha comenzado a avanzar. Y se espera que, así como ha sido la primera nación del mundo que tuvo la pandemia, sea también la que dé el buen ejemplo de la recuperación.
Aunque se puedan cuestionar muchas cosas, el ejemplo chino es válido. Paraguay tiene que ir dominando la enfermedad y trabajar duro para superar sus consecuencias negativas en la vida del país y en la de las personas. Al tiempo de procurar frenar la pandemia debe abordar con energía la tarea de recuperar terreno en el crecimiento económico.