Las cifras dadas a conocer por los técnicos del Gobierno certifi­can que la caída de las recau­daciones fiscales en el primer semestre ha sido fuerte y que el déficit fis­cal ya alcanzó al 2,5% del PIB. En tanto, el bajón en el crecimiento económico de enero a mayo es importante pero menor al registrado en igual período del 2019. A pesar del difícil momento, después de abril los números ya no fueron tan malos. Por eso estiman que en el segundo semestre habrá un ligero repunte que significará en definitiva un menor des­plome al registrado en la primera parte del año.

Voceros del Ministerio de Hacienda reve­laron que de enero a junio el fisco recaudó el equivalente a 403,4 millones de dólares menos de lo que tenía previsto en su pre­supuesto, lo que representa un bajón del 21,5%. Esto se debe a los efectos provoca­dos en la actividad económica por la pan­demia debido al confinamiento ciuda­dano que impidió todo tipo de actividad en la primera etapa de la cuarentena.

Teniendo en cuenta la disminución de los ingresos y el gran aumento de los gastos, el déficit del fisco al 30 de junio alcanzó al 2,5% de PIB. En términos monetarios, este faltante rondaría los 877 millones de dóla­res. Proyectando este porcentaje al resto del año, se calcula que en este caso el déficit fiscal del 2020 sería del 4,7% del PIB, lo que representaría un agujero de 1.700 millones de dólares en las finanzas públicas.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

El faltante alcanzado hasta ahora se explica por las inversiones realizadas en obras del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) y los subsidios otorgados hasta el momento a sectores sociales necesitados a través de los pro­gramas Pytyvõ y Ñangareko.

Si las recaudaciones fiscales continúan sin repuntar significativamente, a fin de año el Gobierno se encontrará ante un serio problema de liquidez, pues no ten­drá con qué pagar los salarios de diciem­bre y el aguinaldo de los empleados esta­tales. La caída de los ingresos tributarios del primer semestre, que es del 21,5%, se estima que podría ser menor en los próximos meses y terminar el año con una disminución del 10% o 10,7%, lo que no soluciona el complicado escenario que se espera para el término de este ejerci­cio fiscal.

La posibilidad de mejora para los próxi­mos meses se basa en que después de abril la caída económica ya no fue tan fuerte. El Indicador Mensual de Acti­vidad Económica (Imaep) del Banco Central revela que en mayo la econo­mía tuvo un bajón del 7,4% comparado con el de abril, que fue del 12,2%, que es la peor caída que se ha registrado últi­mamente. Si se observa que la variación negativa acumulada de enero a mayo de este año (-1,9%) resulta menor que la de igual período del 2019 (-3,5%), se tiene esperanzas de que el desempeño econó­mico pueda ir mejorando. Pero son solo conjeturas montadas sobre situaciones supuestas cuya validez solo podrá verse en los próximos meses.

Como la vida no es un juego de adivinan­zas sino el resultado de acciones concer­tadas para un propósito determinado, ante la incertidumbre actual se debe apostar a encarar la recuperación eco­nómica con más fuerza y determinación. Ese es el imperativo del Paraguay en este momento para salir del pozo y asegurar el futuro inmediato sin más daños para la gente y sus intereses. Por ello la princi­pal tarea debe ser apuntalar los diferen­tes elementos que ayuden a la recupera­ción de los sectores de la producción, el comercio y los servicios.

Hay que mejorar el ingreso de la mayor cantidad de gente con la apertura de más fuentes de trabajo en el menor tiempo posible para que crezca el consumo. Pro­piciar la reapertura de las empresas que han cerrado mediante medidas crediti­cias adecuadas e incentivos fiscales.

El Estado debe concertar un gran acuerdo económico con el sector pri­vado para unificar criterios y apoyar más inversiones encaminadas a mover la maquinaria productiva y estimular la creación de fuentes de trabajo. Todo debe hacerse con gran rapidez para no dar tiempo a que empeore la situación del país y se llegue a extremos más doloro­sos. La coyuntura que vivimos obliga a actuar con prontitud para avivar la recu­peración.

Dejanos tu comentario