La crisis de la pandemia por el covid-19 se convirtió en el disparador del aceleramiento de una serie de cambios que se venían sucediendo, pero es tan profunda la afectación de los efectos colaterales del coronavirus que estas transformaciones en muchos casos son radicales e irreversibles.

El virus modificó de manera transversal todo, lo tecnológico, lo social, económico, lo político, la pedagogía y la didáctica educativa, el comercio, los valores, la forma de consumir, el conocimiento científico, hasta lo religioso e ideológico. Asistimos a un verdadero cambio de cultura que nos lleva indefectiblemente a un cambio de época, esta crisis es la mejor oportunidad que tenemos para modificar el actual modelo de país que rige, en todos los sectores.Un buen grupo de los denominados países del primer mundo tienen puesta la visión en este nuevo modelo mundial al que indefectiblemente caminamos todos.

La innovación dejó de ser tendencia para convertirse en la nueva normalidad, en los últimos meses a raíz de las medidas de encierro para aminorar los contagios empezamos a escuchar con mayor frecuencia ciertos términos y a usarlos, como el e-commerce, la digitalización, la automatización, el teletrabajo, a tener un modo de vida más sostenible y ecológico, etc. Todos en el planeta estamos siendo afectados y las brechas tecnológicas, culturales, sociales, nuevamente definirán la calidad de vida de los habitantes. Nuestro país debe subirse a este nuevo tren de la historia, los líderes gubernamentales, políticos, económicos, sociales, etc., deben enfocarse en innovar su quehacer diario, porque el cambio que trae aparejado el covid-19 es profundo e irreversible, no volveremos a la vieja normalidad y más vale sacar el mejor partido de la situación para dar el salto cualitativo que necesita el Paraguay.

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La ex presidenta del Fondo Monetario Internacional y actual presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, en una entrevista concedida a una agencia internacional de noticias, hace referencia a la necesidad de que los dirigentes gubernamentales, empresariales, sociales, etc. del mundo trabajen sobre la evolución que como efecto colateral trae el coronavirus, porque estos cambios seguirán acelerándose en el futuro.

Esta visión aún no la escuchamos como un tema de análisis entre las actuales autoridades nacionales, todavía seguimos oyendo su repiqueteo de los problemas de siempre y aplicando las soluciones de siempre. No hay aún un plan cierto para aprovechar el desafío que nos lanza la historia, innovarnos como Estado, como empresas y comercios, como productores agrícolas, maestros o estudiantes. Aunque de manera dispersa encontramos visionarios en el sector privado y público, pero no son aún la fuerza suficiente para inaugurar el Paraguay de cara a la nueva época que empieza a vivir la humanidad tras los avances contra el covid-19.

La Estrategia Nacional de Innovación (ENI), coordinada desde la Unidad de Gestión de la Presidencia de la República debe acelerar su gestión, estar más presente en las propuestas prioritarias no solo para enfrenar el coronavirus, sino sobre todo para tener definida una hoja de ruta para cuando salgamos de la pandemia, la ENI debe innovarse.

En los próximos meses y años el resto del planeta estará avanzado rápidamente en la consolidación de una economía circular y de innovación ecológica, en Europa comenta Lagarde, ya están por emitir la primera moneda de deuda verde. En Paraguay, aún la incertidumbre es nuestra rectora, estamos concentrados en lo negativo que arrastra la pandemia, nuestras autoridades no apoyan en serio a nuestros científicos, tecnólogos e innovadores, no los visualizan como un elemento determinante para la salida de esta crisis y para la reactivación económica. Para las autoridades solo vivimos un cúmulo de cambios, no comprendieron aún que estamos asistiendo a un cambio de época y que, como país, debemos actuar en consecuencia.

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