A pocos días de la nueva etapa de la cuarentena inteligente que posibilitó que los grandes centros comerciales abrieran de nuevo sus puertas y la reapertura de restaurantes y patios de comida con las reglas de fraccionamiento y medidas sanitarias, la reacción de las empresas tiene un ligero tono de decepción.
Los comercios y restaurantes no han logrado repuntar sus ventas y varios sectores empresariales insisten en que el Estado tiene que adoptar medidas especiales para darles mayor liquidez al mercado y más protección a las empresas con decisiones que les ayuden a superar el mal momento. Afirman que si con la reapertura del encierro no se logra mejorar la situación, muchas unidades económicas, como comercios, pequeñas y medianas empresas se verán obligados a cerrar. Dieron como ejemplo reciente de la situación que ni siquiera por la celebración del Día del Padre pudieron levantar sus ventas como esperaban.
Las evaluaciones de las primeras semanas de apertura demuestran que el nivel de consumo no aumenta, lo que compromete seriamente la sostenibilidad de un fuerte grupo de entidades. Los hombres de empresa dicen que con el avance de la cuarentena inteligente se ha ido incrementando cada día la oferta de productos y servicios, pero la demanda no ha reaccionado con la misma velocidad.
El presidente de la Cámara de Anunciantes del Paraguay (CAP) realizó una gráfica descripción de lo acontecido. Afirmó que el sector empresarial realizó “esfuerzos extraordinarios increíbles para mantenerse vivo en un modo letárgico para no despedir gente, para esperar mejores días, pero la rueda económica se empezó a mover muy lentamente y los resultados están a la vista y son insuficientes”. La opinión de los empresarios puede estar condicionada por la necesidad de obtener rápidos resultados ya que no hay tiempo para esperar. Tienen mucha razón en pedir la mayor participación activa del Gobierno para asegurar la recuperación con medidas financieras, económicas y políticas de fuerte impacto.
Es que las entidades han tenido que adecuar sus gastos al bajo nivel de ingresos. Y que por ello es necesario que el Estado les apoye en la reducción de costos, por un lado, y mediante la mayor liquidez del mercado, con créditos especiales y medidas excepcionales. Piden que se bajen las tarifas de algunos servicios estatales por el tiempo que sea necesario para abaratar los costos que eran de tiempos de florecimiento económico.
Otra de las disposiciones que solicitan es que el Gobierno ponga en marcha rápidamente su proyecto de recuperación económica. En el plan se tiene que prever mayor cantidad de dinero para el sector privado con créditos especiales, con un período de gracia, a largo plazo y tasas de interés bajas, dado que la inflación también es de escaso nivel.
Insisten en que haya mayor agilidad en los organismos financieros estatales para la concesión de la ayuda financiera, porque una de las principales críticas es su gran lentitud y exagerados pasos burocráticos que hacen muy lentos los procesos. Han señalado que además de la reactivación de la economía y el aumento del empleo con las inversiones públicas, el Gobierno tiene que eliminar la extrema burocracia para hacer negocios de manera rápida y ágil.
Los gremios empresariales han reiterado que la ausencia de la ayuda del Estado con nuevas disposiciones que apuntalen a los que están trabajando es la principal deficiencia del momento actual. Y la tardanza en su intervención con un buen plan de reactivación es el defecto más fuerte que le apuntan. Con la participación del sector público y la contribución del sector privado se puede superar esa grave deficiencia. Solo con esa concertación de voluntades se podrá activar la movilización del aparato productivo y asegurar el mejoramiento de la maquinaria económica del país. Toda tardanza significará poner nuevos obstáculos a la posibilidad de mejoramiento del país e impedirá que lo que está ya en marcha pueda continuar andando al ritmo deseado.
Por estas consideraciones del sector privado que encabeza la tarea de la reactivación se hace más necesario que nunca que el Gobierno concluya rápidamente su anunciado plan de recuperación y lo ponga en marcha con la mayor premura. Es difícil entender que si quiere mejorar la situación del país siga tardando en restaurar la economía.