Con la rehabilitación de los cen­tros comerciales, la reapertura de negocios medianos y peque­ños y el reinicio de las activida­des de las industrias de varios renglones comenzó la segunda etapa de la denomi­nada “cuarentena inteligente”. El movi­miento de las calles, el incesante ir y venir a sus actividades de miles de personas que antes estaban encerradas le ha dado al Área Metropolitana, a Asunción y a las ciudades del país un dinámico palpitar de nueva vida y esperanzas. Ya no es el enclaustramiento obligado por la ame­naza de la pandemia, sino un nuevo desa­fío para superarla y reactivar los empleos, la maquinaria comercial e industrial para seguir apostando por el dinamismo de la existencia cotidiana.

Trabajar, producir y moverse es un signo inequívoco de la vida, dejando atrás el encierro, y la mejor señal de que reinicia­mos una nueva etapa para superar los rigo­res de la emergencia sanitaria. Es la mejor muestra de que estamos comenzando a escribir un nuevo tiempo, mediante el escrupuloso cuidado de la salud y el inteli­gente accionar para volver a movilizar los resortes de la vida económica.

Los especialistas han señalado que la eco­nomía del Paraguay está muy lastimada por los efectos económicos y sociales de la emer­gencia sanitaria y, aunque no se duda de que podrá levantarse, estiman que tal proceso probablemente sea muy lento y débil.

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Algunos calculan que en los meses venide­ros se podrán ir notando los primeros indi­cios de la recuperación, pero que por su len­titud y poco vigor podría no alcanzar algún rebote vigoroso en la actividad económica.

Teniendo en cuenta la situación interna­cional, muchos creen que el país deberá enfocarse a insistir internamente en su programa de recuperación sin pensar mucho en la ayuda que pudiera venir del exterior por efectos del mercado mundial o de los países vecinos. Lo que implica que se deben adoptar políticas decisi­vas dentro de nuestras fronteras. Por eso será necesaria la aplicación de un pro­grama de inversiones públicas enérgico que ayude a dinamizar la reactivación y a crear puestos de trabajo.

Los trabajadores son los más vulnera­bles y los que más afectados se han visto por la situación de emergencia, debido a los numerosos despidos y suspensio­nes laborales que se registraron por la mala situación de las empresas. Por eso se hace necesario acelerar la implementa­ción de un amplio programa de inversio­nes estatales que apunte a crear empleos en el sector de la construcción y activida­des conexas para acelerar la recuperación. En el plan de obras públicas, aparte de las que se están realizando actualmente, se podría llevar adelante la construcción de rutas y otras obras impulsando las adju­dicaciones por el sistema de la alianza público privada (APP), buscando captar el capital privado para que también haga sus inversiones en el sector. Esta modalidad ha dado buenos resultados en la experien­cia que se tiene, con la ventaja de que a los recursos públicos se suman fondos de ori­gen privado.

La gran movilización que se ha empren­dido en el primer día hábil de esta semana por el comienzo de la nueva etapa establecida por el Gobierno ha demostrado la potencia de las fuerzas vivas, que lo mueve todo con un dina­mismo contagioso.

Pero así como la gente empezó a moverse con energía y decisión para conquistar sus objetivos a pesar de la emergencia y por encima de los peligros que la acechan, el Gobierno todavía no ha aplicado su Plan de Reactivación Económica. Está demo­rando dar el puntapié inicial para acelerar la necesaria reanimación de las activida­des productivas, comerciales y del empleo, que está ahora en la ilusión de la ciudada­nía golpeada por la recesión.

Según fuentes del Gobierno, el Equipo Económico no ha dado aún el visto bueno al plan, por lo que se está atrasando su apli­cación. Hay que insistir hasta el cansancio que las necesidades del país son urgentes y que se tienen que acelerar las decisio­nes para comenzar los trabajos. El sector privado ya ha iniciado su movilización en esta semana con todos sus recursos para acometer la aventura de la recuperación, pero no puede ir muy lejos si el Estado pone palos en la rueda con su lentitud y falta de dinamismo.

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