El Gobierno autorizó la reali­zación de la segunda fase de la cuarentena con la libera­ción de numerosos sectores cuya apertura estaba restringida. Ahora abrieron centros comerciales y negocios de la más diversa índole, con la exigencia de que cumplan estrictamente las nor­mas de cuidado establecidas y operando en el horario específicamente fijado. La medida afecta también a los restauran­tes que deben atender solo para la venta y entrega de comidas para llevar, sin pre­sencia de comensales.

Otro de los sectores autorizados es el que ejecuta las obras públicas, con su cadena logística, con la obligación de cumplir los protocolos. Lo mismo que los encargados de obras civiles y sus organismos auxilia­res, que también deben observar las nor­mas sanitarias establecidas. Se mantiene el cierre de las instituciones educativas y el de locales de servicios religiosos para actividades que agrupen muchas personas, aunque se podrán llevar a cabo actos con escaso número de gente.

Con la liberación de las actividades comer­ciales varias y de los establecimien­tos industriales hasta ahora cerrados comienza una importante etapa para com­batir la recesión económica y apuntalar los diversos sectores cuya existencia estaba hasta ahora muy comprometida, como empresas que ya dieron de baja a buena parte de sus trabajadores y otras que esta­ban a punto de cerrar sus puertas.

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Aunque esta nueva etapa de la cuaren­tena es indiscutiblemente saludable para la actividad económica y permitirá volver a producir y vender sin limitaciones, los sectores empresariales afectados estaban pasando muy mal y no están de acuerdo con ciertas políticas gubernamentales que les afectaron.

Una encuesta propiciada por la Cámara de Anunciantes del Paraguay (CAP) revela que más de la mitad de sus asociados (el 58%) no están de acuerdo con las medidas adoptadas por el Gobierno en la economía y que el 62% tuvo descenso en sus ventas durante abril y al comienzo de la cuaren­tena inteligente.

A pesar de que los empresarios criticaron algunas disposiciones, demostraron su complacencia por otras medidas adopta­das, como las de la fase 1 de la cuarentena inteligente. El 82% se mostró conforme, en tanto que el 8% está en desacuerdo. Sobre cómo les fue en términos econó­micos a su empresa en la fase 1, la mayor parte reconoció que no había mejoría, pues al 32% le afectó negativamente, el 46% señaló que todo sigue igual, y el 22% dijo que le fue bien.

La mayor parte de las empresas se han visto comprometidas por el encierro adop­tado por el Gobierno para la prevención de los contagios. Por eso la reapertura de los negocios que se autorizó últimamente será un desafío para salir de la mala situación mediante la reanudación del trabajo y la movilización de su maquinaria productiva.

El solo hecho de la reapertura del encierro total no es la solución, porque las empre­sas necesitarán nuevos créditos blandos, medidas fiscales que alivianen el peso de la carga impositiva, mejores condiciones del mercado para la comercialización de sus productos.

Muchas volverán a comenzar levantán­dose de las profundidades del quebranto económico por las pérdidas que tuvieron. Por esa razón deberán redoblar el esfuerzo productivo para ofrecer más mercaderías y a precios competitivos, tendrán que reha­cer sus estrategias para abordar los nue­vos tiempos de esta cuarentena y aguardar cómo se comporta el mercado que por la baja liquidez había deprimido al consumo.

Este es el momento en que el Gobierno tiene que lanzar su plan de reactivación económica, pues con la mayoría de las empresas en actividad será imprescindible la ayuda crediticia y logística que solo los organismos oficiales pueden otorgar con ventajas. El movimiento financiero que las grandes inversiones públicas pueden producir para que haya más dinero en cir­culación será imprescindible para mejorar el consumo alicaído y que haya más dina­mismo comercial.

Una medida que debe aplicar con pronti­tud es aumentar la oferta de empleo para la contratación de más trabajadores, más aún teniendo en cuenta el regreso de miles de paraguayos repatriados de otros paí­ses y que están ansiosos por trabajar. La apertura iniciada en esta etapa necesita el empujón del plan económico que no debe tardar más para que sea provechoso. Por­que solo así tendrá la fuerza para sacar al país de la emergencia económica.

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