El drama de enfrentar la pan­demia del coronavirus no solo no estaba previsto por ningún país sino que está rompiendo todos los cálculos recientes y día a día va sorprendiendo a todo el mundo con su nefasto castigo de muertes. Por eso, es de vital importancia que en la lucha contra el mal estén unidos en una misma acción el Gobierno y la ciudadanía. Y que la colabo­ración ciudadana no sea solo de manera pasiva aceptando lo que ordenen, sino de manera activa participando con concien­cia en la tarea de defendernos del mal y de superar sus consecuencias.

Para tener una medida lo más cercana posi­ble de la situación, no podemos mirar sola­mente los números de nuestro país, que hasta ahora son relativamente bajos. Tene­mos que echar un vistazo a nuestro entorno y a todo el mundo para dimensionar el tamaño del problema y aprender de la experiencia de otras naciones que están padeciendo el mal con una fuerte carga de tragedia.

Hasta la madrugada del 18 de mayo había en todo el planeta 4.713.536 casos de covid-19, con 315.179 personas fallecidas en numerosos países. Estas altas cifras eran impensables imaginar dos meses atrás, pero hoy son terriblemente verdaderas.

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Si bien en nuestro país hasta ayer había tan solo 788 casos de la enfermedad y 11 falleci­dos, estamos pegados al gigante Brasil con más de 400 kilómetros de frontera seca, que en la madrugada de ayer contabilizaba 241.080 contagiados de covid-19 y 16.118 personas muertas a causa del mal.

Estas cifras no significan mucho si no hacemos comparaciones: Hasta ayer, Bra­sil, con 210 millones de habitantes, tenía un enfermo de coronavirus por cada 871 habitantes, en tanto que el Paraguay, con 7.200.000 personas, registraba un conta­giado de covid-19 cada 9.137 habitantes. Lo que habla de la terrible situación que está viviendo el vecino país, que sufre un muerto por cada 13.018 habitantes al lado de Paraguay que tiene un fallecido cada 654.545 habitantes.

Un detalle de la importancia del Brasil en la extensión de la pandemia en Paraguay es que la mayoría de las personas infectadas en nuestro país ha contraído la enferme­dad en esa vecina nación. Lo que habla de que nuestro talón de Aquiles lo tenemos en la vecindad con el Brasil, por lo que hay que tomar todas las medidas requeridas para nuestra protección.

Los otros países limítrofes, como Argen­tina y Bolivia, tienen muchos casos de la enfermedad, pero no llegan a los preocu­pantes números del Brasil. Bolivia cuenta con un contagiado cada 2.935 habitantes, en tanto que la Argentina tiene un enfermo cada 5.577 personas.

Que los casos del covid-19 sean relativa­mente pocos en nuestro país se debe a una serie de factores, como el rápido accionar del Gobierno para el encierro, el buen tra­bajo realizado por el Ministerio de Salud y el relativo éxito obtenido hasta ahora por la cuarentena mediante la colaboración de la gente. Pero, no es para cantar victoria ni para demostrar un triunfalismo infantil y creernos mejores que los otros. No hemos llegado aún al pico de la pandemia y no sabemos cómo nos resultará finalmente la cuarentena inteligente y demás medi­das adoptadas. No podemos cometer los errores de algunos países que se creyeron triunfadores y a los pocos días se encon­traron con olas de contagios por no tomar todas las precauciones con tiempo.

Aquí lo que corresponde es que la ciuda­danía adquiera cada vez mayor concien­cia y aprenda cómo cuidarse y a mantener las medidas recomendadas, sin aflojar. Se ha visto que en los países en que hubo un buen control de la pandemia es la sociedad la que tuvo un papel importante, por lo que hay que entender que sin la colaboración ciudadana no podremos obtener buenos resultados. Y ahora que se está reabriendo el enclaustramiento en forma paulatina, el comportamiento consciente de la gente será fundamental.

No se puede esperar que el Estado tenga toda la responsabilidad de controlar la pandemia, sin el apoyo de la ciudada­nía. Para ello, es imprescindible que el Gobierno mejore su comunicación a través de campañas educativas que hagan enten­der a la gente que sin su contribución no se podrá conseguir el objetivo común de derrotar a la enfermedad.

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