Voceros del Gobierno anunciaron que se estudia un plan de reactivación económica para salir del atolladero causado por la pandemia del Covid-19. El proyecto, que estaría listo la semana entrante y se daría a conocer al país en los próximos días, contempla la utilización de 2.000 millones de dólares, de los cuales una parte se buscaría obtener a través de nuevos préstamos.
Todo lo que sea activar el aparato productivo para salir del mal momento que vive el país será bien recibido y tendrá el apoyo de la ciudadanía. Pero hay que tener cuidado con no endeudarse más y hacer los ahorros que necesariamente debe contemplar el aparato estatal. Cualquier deuda que se contraiga hay que pagarla más tarde o más temprano y el sistema de recaudaciones del fisco es decididamente ineficiente, por lo que no se puede esperar milagros. A menos que se vaya encarando desde ahora la reforma del Estado, empezando a cortar gastos innecesarios.
El anuncio de la propuesta de reactivación económica estuvo a cargo del ministro de Hacienda, Benigno López, quien explicó los pilares de la misma. Mencionó que se basará en tres elementos: en la generación de empleos, en realizar una inversión equivalente al 3% del producto interno bruto (PIB) en infraestructura y en impulsar una mayor asistencia a las capas sociales más vulnerables.
El funcionario indicó que se quiere realizar una inyección que totalice 2.000 millones de dólares en una buena cantidad de proyectos con intervención del Estado, con la intención de disminuir el impacto económico y social del cierre de numerosas empresas. Usó la expresión de generar empleos de manera “agresiva”.
De los 2.000 millones de dólares que se prevén invertir, la suma que se destinaría en las obras de infraestructura representará 1.300 millones de dólares, que se pretende financiar con los préstamos que ya están disponibles actualmente. “Cuando terminemos el plan, la semana que viene, vamos a ver si vamos a recurrir a un nuevo préstamo”, aseveró.
Explicó que para articular el financiamiento del plan se prevé hacer un redireccionamiento masivo de créditos ya aprobados y que aún no se han ejecutado en diversos ámbitos. Fue categórico en aclarar que se estima que en ningún caso la nueva deuda que se emprenda será superior a 500 millones de dólares. Recordó la experiencia de la recesión del 2019 en cuya ocasión se dispusieron medidas de reactivación desde el Estado con inversiones equivalentes a 1.540 millones de dólares que ayudaron a levantar los números de la economía. Esa medida se quiere repetir en esta ocasión.
El Banco Central del Paraguay (BCP) ha estimado oficialmente que la retracción será este año del 2,5%, en tanto que las cifras de la Cepal, el Banco Mundial y el BID hablan de -1,5%. Basanomics calcula un -3,5%.
Las medidas que adopte el Equipo Económico Nacional buscarán paliar la caída económica, pero su éxito depende de una serie de elementos que no se pueden descuidar, como la apertura inteligente del rígido encierro de la cuarentena, de la efectividad y rapidez de las inversiones que se hagan, así como de la ayuda financiera y libertad de acción que se otorguen a los agentes económicos privados para producir y trabajar.
Los gremios empresariales sostienen que hay que discutir el proceso de reactivación lo antes posible y comenzar la tarea impulsando los tres pilares mencionados, que hay que activar más obras de infraestructura que son buenas generadoras de empleo y poner en marcha una adecuada política que debe contar con la participación del sector privado, que está siendo descuidado hasta este momento.
El Gobierno debe convencerse de que no podrá hacer maravillas ni crear nuevos empleos genuinos sin la participación de la principal empleadora, que es la empresa privada. Por ello debe apoyar con medidas especiales a los que generan puestos de trabajo, la mayoría de los cuales está en este momento en crisis de existencia.
Hay que acelerar la apertura del confinamiento y posibilitar que más sectores vayan reanudando su tarea, como los grandes centros comerciales. Será también de vital importancia insistir en nuevas medidas de financiamiento para los negocios, que hasta ahora no han tenido el andamiento requerido. Pero nunca poner el acento en contraer nuevas deudas.