La Unión Industrial Paraguaya (UIP) elevó sus reclamos contra el Gobierno porque sus medidas económicas no son suficientes para reactivar el sector productivo que está siendo muy duramente castigado. “No estamos contentos con las medi­das económicas” del Gobierno, enfatizó el presidente del gremio fabril, Gustavo Volpe. Agregó que debido a la situación recesiva 6.000 empresas están en pro­ceso de quiebra y 69.000 trabajadores del sector ya han quedado sin empleo.

El empresario se quejó amargamente y apuntó que la UIP perdió la esperanza de que las medidas económicas tengan el efecto esperado. Agregó que las empresas están cerrando, que van a tener que hacer convo­catoria de acreedores o entrar directamente en quiebra.

En otro momento pidió que el Estado en sus adquisiciones priorice los productos de origen nacional para apoyar a las empresas paraguayas. Se mostró partidario de hacer una reforma del Estado y pidió que “termine el bandidaje con los recursos públicos”.

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El industrial se lamentó porque el Gobierno hizo caso omiso a las propuestas del sector fabril para salir de la crisis y que, en lugar de ayudar al sector formal, que paga sus impuestos, se pasa prestando apoyo a los informales.

Argumentó que las industrias afectan al 37% de la población nacional, que da empleo a 660.000 trabajadores que están en la for­malidad, que multiplicado por cuatro perso­nas que alimenta cada uno, hace un total de 2.640.000 individuos. Afirmó que a pesar de la importancia que tiene el sector indus­trial en la vida nacional, el Gobierno ignoró sus propuestas para resguardar los empleos formales.

Otro empresario señaló que desde el prin­cipio de la cuarentena se le advirtió al Gobierno sobre los peligros, y resaltó que no hay que decidir entre salud o economía, como lo plantearon las autoridades, sino que salud y economía deben ir juntos, como par­tes de una sola realidad.

El planteo de la UIP es el más duro cuestio­namiento que ha tenido el Gobierno de un sector tan relevante de la ciudadanía como el estamento productivo, que tiene un peso grande en la economía y es uno de los princi­pales aportantes de las contribuciones impo­sitivas. El sector industrial, habitualmente muy comedido en sus expresiones, soltó ahora toda su indignación contra las autori­dades con la más fuerte desaprobación que se haya escuchado en los últimos tiempos hacia el Gobierno.

Lo más llamativo no es solamente el tono de la recriminación. Lo importante es que el gremio industrial tiene razón en sus prin­cipales reclamos, si se analizan las medi­das adoptadas y la situación que vive ahora el sector productivo en su hora más difícil. Porque entre las áreas más golpeadas por los efectos de la cuarentena está el de la industria.

Hay que reconocer que el Gobierno ha tenido aciertos muy importantes en estos momen­tos de pandemia, sobre todo en el campo de la salud en que consiguió el apoyo unánime de todo el país. Pero no puede ignorar los planteamientos del sector privado, que pro­duce, paga sus impuestos y genera empleo. No tiene por qué encerrarse en una solitaria isla y hacer las cosas solo como le parece, sin escuchar a la ciudadanía que aporta su tra­bajo para el país ni considerar los plantea­mientos que se le hacen.

No tiene que olvidar que, en gran parte de su primer año de gestión, cometió el error de no escuchar al sector económico ni tener en cuenta ciertas áreas de la realidad, lo que ayudó a producir la recesión. En este momento especial, las autoridades tienen que considerar toda la realidad, admitir sus fallas y ponerse a corregirlas para enderezar su actuación.

Ni el Gobierno ni el sector privado debe con­siderarse infalible, autosuficiente y que no necesita del aporte de ideas de los demás. Las autoridades tienen la responsabilidad polí­tica y los medios para conducir el país, pero no pueden ignorar el sentimiento y las pro­puestas que tiene el sector privado que es el que construye la economía y que genera los ingresos del Estado. No es hora de pelearse sino de concertar y trabajar todos juntos para superar la pandemia y hacer que el país se levante incólume por encima de los escombros.

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