Esta espantosa pandemia y sus consecuencias aterradoras en todos los países del universo hacen propicia la ocasión para repensar muchas cosas que parecían inamovibles, a fin de articular para el futuro un nuevo tipo de sociedad, un mundo más humano y, aquí en Paraguay, un nuevo modelo de Estado y de comunidad nacional.
Lejos de la retórica vacía a la que es propensa cierta clase de políticos, hay que ponerse a pensar, elaborar y dibujar un nuevo Estado paraguayo mediante una profunda transformación de lo que hoy conocemos y sufrimos. La tarea no será simple, pero hay que encararla de una vez y comenzar a esbozar las ideas para poder construir un nuevo Paraguay, el que soñamos hace tiempo y el que necesitamos para ser una sociedad más justa que propicie el desarrollo de todos, sin desigualdades ni falta de oportunidades para los más vulnerables.
El ex ministro de Industria y Comercio, Gustavo Leite, en un artículo publicado en este diario, ha presentado unas propuestas muy oportunas de reforma de Estado partiendo del principio de que el cambio radical es una necesidad imperiosa y, que, si no lo hacemos, sucumbiremos.
Dice que a causa de los defectos sustanciales el Estado ha realizado las privatizaciones de facto más absurdas, que hacen que quienes más tienen, acceden a seguridad reforzada, mejores escuelas y mejores servicios de salud. Agrega que, porque se subvirtieron los roles prioritarios del Estado por el mal manejo de los recursos y el crecimiento exagerado de su tamaño, se ha generado la insatisfacción ciudadana existente.
Su propuesta principal es que mediante la reforma del Estado se convierta al Paraguay en algo similar a los países denominados tigres asiáticos, como Taiwán, Corea del Sur, Singapur, o a Israel, en calidad educativa, en ciudadanía sana, apostando a la prevención y el uso de la última tecnología para todo el país.
Para ello las prioridades esenciales del Estado deben ser la seguridad ciudadana, la educación, la salud, el trabajo digno para la mayoría. Todo esto con una visión y métodos totalmente diferentes a los actuales, cosa que debe reflejarse en el presupuesto estatal. Lo que obliga a realizar una priorización inteligente que satisfaga las necesidades básicas de nuestra gente.
Asegura que la gestión estatal necesita de menos dogmas y más pragmatismo. Por lo que expresa que cuando el mercado falla, el Estado debe intervenir, lo que no implica subvertir las reglas de la economía de mercado.
El escrito asume que la situación del Estado paraguayo es ahora de tal severidad, que difícilmente este año y los siguientes pueda recaudar más dinero que en el 2019. Afirma que, con suerte, dentro de 2 o 3 años llegaremos a la recaudación obtenida antes del Covid-19.
El ex ministro toma el toro por las astas y propone achicar el Gobierno Central en 20%, con el fin de reorientar los recursos financieros a más y mejor gasto e inversión tecnológica en seguridad, educación y salud.
En su plan de austeridad recomienda reducir la cantidad de ministerios al número de 15 y racionalizar todas las unidades administrativas existentes a no más de 15 bajo el mando de dichos ministerios.
Otra parte de su planteamiento sugiere suprimir todo tipo de nombramientos de funcionarios o contrataciones nuevas que no sean para los sectores priorizados, por lo menos por 10 años.
Entre las recomendaciones de achicamiento estatal, el ex titular de Industria y Comercio dice que hay que propiciar un plan de retiro voluntario de los empleados públicos con el menor trauma posible, a fin de llevar a cabo un achicamiento funcional acelerado.
Explica que con los recortes apuntados se haría un ahorro de casi 1.000 millones de dólares anuales que deberían volcarse a los sectores priorizados. Esto implicaría una ayuda adicional de 40% a las ejecuciones anuales de seguridad, educación y salud.
La idea del experto es ir más allá de los simples recortes de que se habla en el Congreso y realizar una verdadera reestructuración del aparato estatal que implica ahorro de recursos para redireccionarlos hacia donde más se necesita y así hacerlo más eficiente. Solo así se podrá salir del atraso y la pobreza para conquistar el futuro que el país se merece.