En medio de la gran crisis pro­vocada en todo el mundo por la pandemia que ha puesto en zozobra la salud, la estabili­dad económica y hasta la existencia de millones de personas, los gobiernos de los más diversos signos políticos se encuen­tran ante la grave disyuntiva de qué hacer para sobrevivir y no morir en el intento. Nadie tiene la varita mágica y todos ensa­yan medidas que los lleven a combatir con éxito la enfermedad sin poner en grave peligro su economía, pues lo que en el fondo peligra es la subsistencia y el desa­rrollo de millones de personas.

En el afán de encontrar soluciones valede­ras, muchos gobiernos han puesto de lado sus ideologías y están encarando medidas que garanticen la consecución de los obje­tivos que se proponen, aunque vayan en dirección contraria a su pensamiento polí­tico. Por la sencilla razón de que buscan el éxito ante el grave peligro que se cierne sobre todos. Porque saben que el triunfo es siempre fruto de la sensatez y la capacidad de gestión.

El diario El País, de Madrid, ha señalado que la crisis en América Latina ha hecho que los gobiernos estén actuando no nece­sariamente de acuerdo a su autoprocla­mada ideología. Y pone como ejemplo que México y Nicaragua, pese a que se procla­man de izquierda, se resistieron a aumen­tar el gasto público ante la pandemia, en tanto que otro de signo opuesto como el gobierno de Colombia ha decidido incre­mentar sus erogaciones para mejorar la ayuda social. Resalta que una de las medi­das que han puesto en marcha los gobier­nos de Latinoamérica es el diferimiento o la reducción de los impuestos, y cita entre los que no tomaron esta medida a México, Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Paraguay.

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En las últimas semanas el Gobierno para­guayo ha tomado algunas decisiones que pueden ayudar a alivianar los pagos impo­sitivos, pero en el fondo permanecen intac­tas las cargas tributarias para el sector for­mal, que es el que paga sus impuestos, en tanto que los informales siguen tranquilos burlándose de todos.

Como parte de la oleada pandémica, han surgido de nuevo en el Congreso las pro­puestas de aumentar los impuestos a las entidades que ya llevan encima el peso tributario con más carga fiscal. Contra­riamente a la sensatez demostrada por gobiernos de izquierda del continente para superar la crisis, quieren castigar más a los que producen y dan empleos a miles de tra­bajadores.

Tanto el Frente Guasu (FG) como el Par­tido Democrático Progresista (PDP) han insistido en el tema y se habla de convo­car esta semana a una sesión extraordina­ria del Senado para que se expida sobre el asunto. Ambos bloques opinan que los sec­tores más poderosos deben acompañar el combate a la pandemia y para eso quieren fundir la producción y el trabajo.

El FG pide incrementar los tributos sobre el tabaco y se suma a la propuesta del PDP de subir los impuestos a las bebidas alcohó­licas y a las azucaradas, a la que se agrega ahora la idea de crear un arancel que se aplique a cada cajetilla de cigarrillos.

Las dos agrupaciones partidarias reflota­ron el tema que ya había sido descartado el año pasado en ocasión de los recortes de privilegios y salarios entre los funciona­rios del Estado de las entidades binacio­nales. Argumentan que los incrementos tributarios ayudarán a financiar los gastos ocasionados por la emergencia del corona­virus, sin tener en cuenta sus perniciosas consecuencias en el campo social.

Estos congresistas parece que no están viviendo en el Paraguay de hoy donde las empresas ya han pedido al Ministe­rio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (Mtess) la suspensión del contrato de tra­bajo a unos 40.000 empleados formales y más de 100.000 trabajadores que sobrevi­vían en la informalidad están sin trabajo y sin sustento para sus familias. A medida que transcurren los días en medio de la cuarentena esta situación está empeo­rando dramáticamente, según el reporte de los organismos especializados.

Castigando a las empresas que ya pagan sus impuestos se logrará que más entida­des cierren sus puertas y dejen en la calle a mayor cantidad de paraguayos, una con­decoración que ninguno de los legisladores del FG, del PDP y de ningún partido que­rría lucir en público para ganarse el repu­dio de la ciudadanía.

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