Sentimos más vigente que nunca la célebre expresión del filósofo griego Heráclito “panta rei”, que en la modernidad la comprendemos como “lo único permanente es el cambio”. La llegada de la COVID-19 modificó casi toda nuestra manera de vivir, incluso los ritos pascuales en este 2020 fueron reducidos a lo mínimo e imprescindible, hecho que quedará marcado en la historia de la humanidad.
Pese a todo lo que estamos viviendo mantenemos firme la esperanza, nos aferrarnos a ella más que nunca para encontrar el camino por el cual transitar en estos días de cuarentena, así como avizorar el futuro, como deberán ser nuestras vidas y proyectos luego que todo esto pase, porque va a pasar.
La COVID-19 puso a personas y gobiernos en la disyuntiva de privilegiar la vida o la economía. Ahora mismo los trabajadores formales e informales, los sectores de la producción, el comercio y los servicios, sobrellevan el peso de las medidas necesarias adoptadas por el Gobierno.
Trabajadores y empresarios mantienen firme la esperanza de que la comprensible medida gubernamental con urgencia extrema se alinee con la ayuda económica que desde hace un mes atrás anuncia el Gobierno para salvaguardar la economía del país. No hacerlo solo implicará a futuro haber magnificado los problemas de desempleo y falta de desarrollo que ya lo teníamos antes de esta crisis sanitaria.
Miles de trabajadores formales e informales ven en picada sus ingresos, porque ya no pueden vivir de las ventas del día a día o porque se cerró la empresa de la cual obtenían sus ingresos. A contraparte, no está llegando a la población con la celeridad suficiente los programas de ayuda social y la desesperación empieza a cundir; no habría nada peor que en esta coyuntura a más de una explosión de contaminados por el virus, también haya una de pobres que tomen vías impropias para poner algo de comida en sus mesas.
Asimismo, no llega la concesión de créditos a las empresas del país que requieren de este oxígeno financiero para mantenerse, para evitar despidos, para no declarase en quiebra. El BNF tiene miles de pedidos para la concesión de créditos, las respuestas son extremadamente lentas, en tiempos de pandemia la parsimonia burocrática es tan infecciosa para la sociedad como el propio coronavirus.
Ahora el Gobierno decidió una vez más extender por ocho días la cuarentena total, con el objetivo de seguir ganando tiempo para poner a punto al sistema sanitario a fin de enfrentar en mejores condiciones el pico de casos de personas infectadas, que está por venir. Pero se necesita de manera vital que el Gobierno empiece a dar respuestas a trabajadores y empresarios, porque no es una opción perder la vida y la economía al mismo tiempo, aprovechemos que la esperanza aún esta incólume.
Estamos recorriendo por momentos de mucha solidaridad, resistencia y sacrificios, para cuidarnos y ayudarnos entre todos. Esta noche celebraremos la vigilia pascual, que no es más que la esperanza a flor de piel de que en unas horas más glorificaremos la Pascua, cuyo mensaje como nunca antes cobra más fuerza, porque hoy representa, para todos, en carne viva la importancia de la renovación, del nacer de nuevo, del cambio, de soltar el rencor y el egoísmo para asumir una postura solidaria, de amor para con nosotros mismos y para con los demás.