A medida que pasan los días y se van teniendo más datos sobre la realidad que nos aguarda a consecuencias de la pandemia que ya mató a 5 paraguayos en el país y varios en el extranjero se revelan signos muy alarmantes. Tanto en materia de salud, en lo social y económico hay cifras que son para asustar y que por ello impo­nen encarar planes para hacerles frente. De esta pandemia no saldremos indem­nes sino muy mal golpeados y el costo que se pagará en lo económico, en el campo de la salud y en el aspecto social será de pro­porciones exorbitantes. Y más que cifras financieras que lamentar habrá que llo­rar también a muchos seres queridos que se irán para siempre.

Un conocido médico forense estima que por la pandemia el número de muertos podría alcanzar a 10.000 personas en nuestro país, en el peor de los casos. Esta cifra es para asustar a cualquiera, pero de no contenerse a tiempo el mal, la canti­dad de fallecidos podría orillar los núme­ros mencionados.

En el campo económico el panorama no es mejor, ya que el costo del coronavirus para el país podría oscilar entre los 2.700 millones de dólares y los 3.800 millo­nes de dólares. El ministro de Hacienda estimó que el impacto que tendrá en la economía la COVID-19 sería de alrededor del 7% del producto interno bruto (PIB), que representa 2.705 millones de dólares. Por su lado, un ex presidente del Banco Central del Paraguay (BCP) afirmó que el golpe sería mayor al 7% del PIB y que esta pandemia podía costarle al país cerca del 10% del PIB, lo que cuantificado asciende a 3.864 millones de dólares. En cual­quiera de los casos el golpe que recibirá el país y el bolsillo de los paraguayos será muy fuerte.

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Y no solo eso. Debido a los enormes gas­tos que hará el Estado para hacer frente a los efectos financieros de la pandemia frente a los ingresos que serán bajos, el déficit fiscal podría superar el 5% del PIB, con lo que andaría por alrededor de 2.000 millones de dólares. Esto lo afirmó el titular de Hacienda cuyos técnicos están trabajando para ver cómo manejar el dinero público durante esta emergencia.

En materia del impacto social, el golpe que recibirá parte importante de la población paraguaya será muy doloroso. El Ministerio de Hacienda asume que el total de trabajadores afectados por el paro sanitario será de más de 1.500.000 personas. En tanto que en el Instituto de Previsión Social (IPS) creen que el número de empleos formales que está en peligro por los efectos de la pandemia oscila entre 150.000 y 350.000 puestos de trabajo. Si se tiene en cuenta que la cantidad de trabajadores que no cotiza en IPS es mucho mayor debido a la gran informalidad y que también se verá afec­tada por el declive económico, se puede estimar que la cantidad de perjudicados será enorme.

Teniendo en cuenta todos estos ele­mentos de tamaña gravedad en el país se impone emprender de manera urgente un plan para activar a las empresas, reavivar los empleos y mejo­rar las finanzas.

El plan tiene que hacerlo el Estado junto con el sector privado, para que contem­ple todas las aristas de la realidad. Los empresarios y trabajadores tienen mucho que aportar en la elaboración de un pro­yecto de urgencia que tiene que aplicarse al término de la Semana Santa.

También hay que contemplar la reforma del Estado, como se está proponiendo a nivel oficial, pero esa tarea necesaria­mente tardará más y las urgencias que tiene el país no permiten perder tiempo al precio de pagar costos muy altos por la lentitud.

El programa de urgencia se tiene que aplicar rápidamente para iniciar el res­cate de la economía mientras se toma el tiempo requerido para la reforma estatal que también es imprescindible. Así como urge atender el tema sanitario con todos los recursos, así apremia reactivar la pro­ducción y el empleo con celeridad.

Si no hacemos un urgente plan de reac­tivación y lo aplicamos con premura, la COVID-19 no solamente matará más gente, como ya está haciendo, sino que puede dejar al país al borde de la inani­ción y la miseria.

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