Un día antes de confirmarse el segundo caso de coronavi­rus positivo en el Paraguay, el Gobierno promulgó el decreto por el cual dispone realizar acciones pre­ventivas ante el riesgo de expansión de la enfermedad. Pero al mismo tiempo, en el campo internacional suceden hechos que castigan a la economía del planeta que pueden repercutir aquí y no sabemos si estamos preparados para enfrentarlos.El Gobierno estableció que todas las insti­tuciones del Poder Ejecutivo, las Fuerzas Armadas de la Nación, la Policía Nacional y otras dependencias de la administra­ción central colaboren con el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social para la ejecución del Plan Nacional de Respuesta a Virus Respiratorios 2020.

El Decreto N° 3.442 exhorta a que las demás instituciones y reparticiones del Estado de los Poderes Legislativo y Judi­cial, además del Ministerio Público, los gobiernos departamentales y municipa­les, así como la población del país presten su colaboración en la tarea que encabeza el ministerio respectivo para prevenir las enfermedades respiratorias que amena­zan actualmente al país. También autoriza a Salud Pública a requerir la participación de todas las instituciones que son parte del sistema nacional de salud para la atención de los pacientes que puedan ser afectados.

Al mismo tiempo que se confirmaba en el país el segundo caso del COVID-19, las repercusiones de su expansión en todo el mundo afectaron el lunes con un fuerte bajón a la bolsa de valores de los principa­les países, que se dio al mismo tiempo que la cotización del petróleo caía de modo espectacular. El martes subía el precio del crudo y despuntaba un tímido rebote en algunas bolsas.

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Las proyecciones de crecimiento que tenía el FMI que señalaban que el mundo crecería por encima del 3% este año han sido derribadas por los últimos aconteci­mientos. La propagación de la enferme­dad amenaza la recuperación prevista y la baja de los índices de la industria y comer­cio en China, la mayor economía fabril del orbe, incidirá en el resto del mundo, según las estimaciones. A esto se ha añadido la caída del precio del petróleo, del hierro, del cobre, a la que se suma ahora el bajón de la soja y el maíz, que son dos productos importantes de la economía paraguaya. Esta situación se da en momentos en que la economía de Brasil también siente el peso de la nueva amenaza.

En qué medida estos vaivenes de la econo­mía mundial pueden afectar al Paraguay es materia de análisis de los entendidos, algunos de los cuales señalan que es impo­sible que sus efectos negativos no dañen a nuestro país. Pero como el futuro tiene sus sorpresas, que no siempre se pueden prever en toda su dimensión, hay materia para la discusión.

Así como el Gobierno dispone que todas las instituciones públicas deben colabo­rar activamente con el Ministerio de Salud para hacer la prevención de los males res­piratorios ante la amenaza del COVID-19, de ese modo las autoridades monetarias, económicas y administrativas del país deben coordinar acciones para hacer que los efectos de la crisis que se espera en la economía mundial afecten lo menos posi­ble a la actividad económica del Paraguay.

Lo acontecido en los primeros 10 meses de este Gobierno cuando no se percató de la caída económica local y tardíamente comenzó a tomar las medidas ya en medio de la recesión debe ser una lección para las autoridades. No hay que esperar que se precipiten ciertos acontecimientos, hay que otear el horizonte y actuar con rapidez para prevenir las amenazas que se ave­cinan y que afecten a la economía mun­dial con consecuencias en países como el nuestro.

Es necesario evaluar bien la realidad con todos los elementos que se tienen y pre­parar planes alternativos a lo que se pre­veía inicialmente. Si el buen crecimiento previsto está amenazado, se debe actuar con rapidez. Si el comercio internacional sufre los sofocones que se estiman, ape­nas se normalice el mercado mejorarán las ventas, lo que puede traer situaciones más favorables para nuestros productos. No amplificar los posibles problemas ni tam­poco cometer el error de minimizarlos sin razón valedera.

Si se calma el mercado internacional, acaso no se precipiten los malos vientos. Y si ocurre lo peor, es mejor estar prepara­dos para enfrentarlo.

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