Tiene razón el presidente de la República cuando declara que el país está por encima del partido político que lo llevó al poder. Es un principio elemen­tal, de lo contrario se estaría discrimi­nando, gobernando solo para un sector de la ciudadanía.

Es una afirmación que ni siquiera hace falta expresarla por­que se da por descontado que así debe ser y, sobre todo, más allá del discurso son los hechos los que deben hablar con la contundencia de las acciones. Uno de los más ilustres colorados, el doctor Ignacio A. Pane, con toda razón lógica solía decir que “lo único que no admite discrepancia en un partido es su cohe­sión inspirada en el patriotismo. Ante todo, la lealtad para el partido y el par­tido para la patria”.

A nuestro criterio, donde el mandata­rio se equivoca es en prejuzgar y deme­ritar –dando a entender que obstacu­lizan la visión de los grandes intereses nacionales– las negociaciones que se dan en la Asociación Nacional Repu­blicana en la búsqueda legítima de un consenso programático para evitar unas internas muy desgastantes. De lo que se trata, a juzgar por las expre­siones de los actores de estas tratati­vas, es exactamente al revés. Apaci­guando los espíritus, que suelen estar muy exaltados en épocas electorales, se estará preservando, en primer lugar, la imagen del Gobierno, víctima prefe­rida de las descalificaciones para cap­tar a los descontentos, y, en segundo lugar, las chances electorales, aspira­ción también legítima de toda organi­zación política, para las municipales de noviembre de este año.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

A todos les convienen unas internas sin exabruptos y excesos verbales den­tro del partido mayoritario de nuestro país. Reducir las agresiones en los dis­cursos ayudará a la paz social dentro de un ambiente de desazón por la cri­sis económica que no logra superarse. Pero el Presidente parece que no lo entiende así. Y en su afán de defender su posición termina agrediendo a los que supuestamente alientan “las agita­ciones sin argumentos que solamente buscan la confrontación para ocupar el poder”. Estaba claro que se refería a la gente de su propio partido por la aseveración reproducida en el primer párrafo de este escrito.

Hace varias décadas, el dirigente político uruguayo José Batlle y Ordó­ñez sentaba las bases doctrinarias de todo partido político: “Un partido no puede ser otra cosa que una colecti­vidad política que se constituye en acción con el propósito de servir al país mejor que las otras actividades existentes. Una política de partido no puede ser, pues, más que una elevada política nacional, la más elevada y patriótica que sea posible”.

Tomando en consideración las expre­siones del doctor Ignacio A. Pane y las de Batlle y Ordóñez, todos los parti­dos políticos del Paraguay, no sola­mente el Partido Colorado, deberían trabajar por un proceso de consenso mínimo, no para unificar candidatu­ras, mucho menos imponerlas, sino para realizar unas elecciones en las que primen el respeto, el lenguaje mesurado y el debate inteligente, donde las ideas se luzcan opacando a la injuria, la diatriba y la iracundia.

Dijimos hace algunas semanas en este mismo espacio que sería acon­sejable que el jefe de Estado no dis­traiga demasiado su tiempo partici­pando activamente en las internas fijadas para julio de este año. Expli­camos, paralelamente, que será casi imposible que eso ocurra porque las experiencias nos demuestran que de alguna manera siempre los mandata­rios terminan involucrándose a favor de algún candidato. Pensamos que lo haría en los tramos finales de estas justas electorales, pero nos equivoca­mos. Tratando de ponerse por encima de los intereses sectarios hace exac­tamente lo contrario, atacando a sec­tores internos de su propio partido.

Está claro que el presidente de la República no está correctamente asesorado. Y en los últimos días empezó a repetir un discurso que no suele ser el suyo. Palabras prestadas que se asocian a figuras muy cerca­nas al mandatario y que no conciben la política sino por la vía de la des­trucción del adversario. Lo que más conviene a la gobernabilidad en estos momentos es la tolerancia en el len­guaje. Empezando por la Asociación Nacional Republicana. Esperemos que el señor Abdo Benítez así tam­bién lo comprenda.

Etiquetas: #Unas internas

Déjanos tus comentarios en Voiz