Analistas de la economía afir­man que el impacto que se aguarda en el crecimiento eco­nómico podría atrasarse por la demora en el calendario agrícola. Agre­gan que el influjo de la buena cosecha de soja solo podría notarse hacia fines de marzo cuando las exportaciones adquie­ran mayor volumen que ahora. Este rea­comodo de la agenda económica es una de las novedades que tiene el 2020 para el que se estima un crecimiento del 4% o más, según el impacto que tengan los princi­pales renglones de producción agrícola y ganadera.

También se ha dicho que existen elemen­tos que nublan el exagerado optimismo inicial, sobre todo por la incertidumbre que reina actualmente en el campo inter­nacional y que podrían ir despejándose en los próximos meses en la medida que transcurran los hechos. La conjunción de numerosos factores internos y exter­nos que se vayan desarrollando determi­nará finalmente el rumbo que tendrá en definitiva el año que ha comenzado con el auspicio de los buenos pronósticos. Pero está visto que el 2020 será un ciclo lleno de novedades que podrían afectar los pro­nósticos.

Uno de los aspectos más preocupantes en el vaticinio de los expertos es que la econo­mía mundial podría verse afectada por la situación de China que en estos momen­tos se ve golpeada por el efecto coronavi­rus. No hay que olvidar que este país es uno de los mayores compradores de soja en el mundo y que su realidad puede afec­tar el precio internacional del grano. Por de pronto, en los últimos días se ha obser­vado la caída de los precios del producto en el mercado de Chicago, que es el mejor termómetro en la materia. Los bajos pre­cios actuales hacen que no haya apuro en el inicio fuerte de los embarques de la oleaginosa, pues los productores prefieren esperar que se vislumbren mejores cotiza­ciones.

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Otro elemento a considerar sobre el futuro de las ventas del grano es la situación de la Argentina, que con el nuevo gobierno ha endurecido las condiciones para el sec­tor agrícola. No hay que olvidar que en los últimos años ha sido el principal com­prador de la soja paraguaya, tanto que llegó a adquirir hasta el 70% del grano embarcado por nuestro país en el 2019. El gobierno del presidente Alberto Fernán­dez ha aumentado las dificultades para exportar soja argentina con un arancel del 33%, lo que puede hacer menos rentable venderla al exterior y, en consecuencia, más conveniente destinarla a la industria local, lo que haría innecesaria la importa­ción desde Paraguay.

Si esta situación no puede despejarse a favor del producto paraguayo, estiman que este año habrá que colocar en otros mercados extranjeros lo que la industria de nuestro país no sea capaz de absorber.

La desaceleración internacional y los probables precios bajos de los productos paraguayos serían las principales amena­zas que acechan. Destacan los expertos que estos hechos podrían cambiar radi­calmente si mejora la situación de China, como se espera que ocurrirá cuando se domine el impacto inicial de la enferme­dad y se vaya normalizando su economía.

Algunos economistas consideran que la sola buena producción de la soja que se está teniendo hasta ahora con un exce­lente rendimiento podría hacer que la eco­nomía crezca este año 3,5%, sin considerar otros productos. Hay que sumar que otros renglones agrícolas como el maíz están teniendo muy buena producción, en tanto que en el sector ganadero están mejorando los precios de la carne al gancho lo que pone su cuota de optimismo en el pano­rama interno. Los especialistas aseguran que hay señales de que el consumo subirá en febrero frente a las cifras de enero, principalmente por efecto del inicio de las clases que moviliza a las familias del país para realizar compras de atuendos y de útiles escolares en tiendas, supermerca­dos y librerías.

Por encima de las consideraciones del panorama local y externo, los elementos que se tienen, sobre todo con la excelente producción agrícola, dan motivos sufi­cientes para apuntalar un razonable opti­mismo de cara al resto del año. Si bien el futuro es impredecible, la realidad de la buena producción del campo es la mejor señal de que el crecimiento se producirá con fuerza para garantizar el buen resul­tado económico esperado.

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