Una misión del Gobierno, encabezada por la ministra de Justicia, Cecilia Pérez, mantuvo una serie de reuniones con el ministro de Justicia de Brasil, Sergio Moro, a fin de abordar mecanismos de cooperación para combatir al crimen organizado. La delegación paraguaya estuvo integrada también por representantes del Ministerio del Interior y de la embajada en Brasilia.
La intención es profundizar el Acuerdo de Cooperación Policial en Áreas de Frontera. El gobierno de Brasil ofreció también una capacitación a guardiacárceles para que puedan gestionar con eficacia el régimen penitenciario con reclusos que pertenecen a bandas organizadas y que apelan con frecuencia a la violencia más extrema.
La actividad de organizaciones criminales muy poderosas y disciplinadas en nuestro territorio es ya una realidad que es indispensable asumir. El Primer Comando Capital (PCC) y el Comando Vermelho son estructuras que manejan una enorme cantidad de recursos y soldados y constituyen quizás la amenaza más seria que afronta el Estado paraguayo en la actualidad.
La ruta de la cocaína rumbo al Brasil –que se ha convertido en el segundo mayor consumidor de esta droga en el mundo– parte de Bolivia y los países andinos y utiliza a Paraguay como un puente de acceso.Paraguay debe desarrollar una política de combate al narcotráfico y a organizaciones como el PCC en estrecha coordinación con Brasil y Bolivia.
Dada la naturaleza transnacional del narcotráfico, su combate exige de la misma manera la coordinación entre los distintos países afectados: los productores, los que sirven de tránsito a las drogas y los mercados de consumo. Paraguay ofrece grandes ventajas a los delincuentes: una enorme extensión de territorio despoblado en la Región Occidental, la ausencia casi total del Estado en amplias zonas de frontera, la carencia de equipos tecnológicos para la detección de vuelos y la infiltración mediante el soborno y el amedrentamiento en los organismos de seguridad.
La última fuga ocurrida en el penal de Pedro Juan Caballero es solo una faceta más de un problema muy grave que incluye además la actuación impune de sicarios, quienes realizan sangrientas ejecuciones en esa parte del país todas las semanas. Mucho tiempo lleva incubándose el monstruo del narcoterrorismo debido a la desidia e inoperancia de algunas autoridades que querían ver en los atentados y asesinatos solo las manifestaciones superficiales e inevitables de una “pelea de gánsteres” que interesaba apenas a los mafiosos. En efecto, este es un error muy grave que es preciso evitar: suponer que los asesinatos cometidos a plena luz del día se limitan a ajustes de cuentas en el submundo de la frontera.
Es crucial para nuestra sociedad comprender en su magnitud los hechos de violencia que suceden en la zona en cuestión para poder aplicar las políticas correctas que conduzcan a vencer en forma definitiva este cáncer. No se trata entonces de reducir el problema a los antecedentes que haya tenido esta víctima concreta o cualquier otra, o determinar cuáles son sus enemigos y por qué. El drama en verdad alarmante es el creciente poder del crimen organizado en un contexto de debilidad institucional. La autoridad del Estado paraguayo está bajo desafío y la plena soberanía sobre esos territorios debe ser recuperada.
En este sentido, la cooperación internacional –muy especialmente con el Brasil– es una condición indispensable para vencer al narcoterrorismo.