El dengue ha vuelto a convertirse en la principal noticia de cada día en nuestro país y su amenaza es cada vez mayor para la población de Asunción, del Área Metropolitana y de numerosos departamentos de la nación. Hoy por hoy no existe mayor preocupación sanitaria en las autoridades ni otro tema que quite el sueño a muchas familias que saben que en cualquier momento algunos de sus miembros pueden ser víctimas de la epidemia. Sin embargo, la incidencia de ese mal parece no hacer mella en mucha gente que, en medio de su inconsciencia e irres­ponsabilidad, colabora con su conducta cotidiana en la proliferación del agente pro­vocador, el mosquito aedes aegypti, propi­ciando sus criaderos por doquier.

La lucha contra esa enfermedad que se ha vuelto epidémica depende mucho de cada ciudadano, de lo que pasa en su vivienda y del comportamiento de las familias en su área de influencia. Un porcentaje impor­tante de la aparición del dengue en el país está provocado por la conducta inapro­piada de gran parte de la ciudadanía al descuidar los criaderos. Por lo que la lucha contra la epidemia es en altísima medida responsabilidad de la sociedad.

Noticias recientes indican que ya serían nueve las personas que han fallecido últi­mamente a consecuencia de la enfermedad y que las notificaciones semanales de casos sospechosos ya llegaron a 3.000, aunque se espera que podrían ascender a 10.000. Lo peor está aún por venir, teniendo en cuenta la etapa actual de la epidemia.

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El responsable de la cartera sanita­ria señaló que se espera que el número de casos de la enfermedad aumente de manera considerable en las próximas semanas. Dijo que gran porcentaje del territorio nacional está comprometido y lo peor se da en Central y capital, lo que los convierte en el epicentro del mal. Estimó que la epidemia tendrá una duración de tres meses y que su pico más alto se dará en tres semanas más.

Por esta razón, encargados de la Dirección de Vigilancia de la Salud advirtieron que hay que tomar todas las precauciones para prevenir la afección, ya que en febrero la situación será más compleja. Explicaron que actualmente el 95% de los casos de la enfermedad se ha detectado en Asunción y Central, pero esperan que en las próximas semanas se reporten nuevas incidencias en los principales centros urbanos del inte­rior del país. Como las epidemias duran como promedio entre 12 y 13 semanas, se aguarda que a fines de marzo vayan dis­minuyendo los casos del mal. Esto implica que se está en el momento más adecuado para insistir en la prevención y el acompa­ñamiento de medidas sanitarias para tra­tar de disminuir los casos y que los malos pronósticos de la epidemia no se cumplan mediante el compromiso de la gente.

Para ello, cada ciudadano, familia y comu­nidad del país debe activar sin descanso contra la proliferación de criaderos, tarea que está a su alcance sin mayores esfuer­zos y sin muchas erogaciones económi­cas. Abatir la amenaza de la enfermedad comienza eliminando los criaderos del aedes aegypti, más ahora que con las fre­cuentes lluvias existe mayor acumulación de agua en los patios, en los recipientes y en lugares cóncavos cercanos a las casas. Cada individuo debe ser consciente de su responsabilidad en ese sentido y realizar la tarea que le corresponde como miem­bro de una gran familia de la que todos somos parte responsable.

Así como la lucha contra el dengue corres­ponde a los individuos, de ese mismo modo los colectivos humanos, agrupaciones sociales, políticas y religiosas que agru­pan a las personas deben activar contra la enfermedad. Primero, tratando de formar consciencia mediante la información y, segundo, colaborando en la tarea de lim­pieza y combate contra los criaderos. Así como se escracha y se hacen manifestacio­nes contra personas deshonestas e institu­ciones cuestionadas, de ese modo hay que escrachar al aedes aegypti y la enfermedad que produce actuando contra el mosquito y los lugares en que se reproduce para dis­minuir su incidencia y buscar el alivio de la amenaza que se cierne sobre nosotros.

El dengue nos acecha a todos, la epidemia nos apeligra sin excepciones de ninguna clase. Y no hay por qué darle chance para que concrete su macabro designio.

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