Los pronósticos económicos del año que comienza son unánimemente positivos. Como si todos se hubieran puesto de acuerdo, los organismos especializados y entidades internacionales del ramo concuerdan en que será mejor que el 2019. Pero no basta con el solo aumento de los indicadores de la economía si al final no se traduce en mayor bienestar de las personas de los distintos estamentos de la sociedad.
Algunos afirman que en el 2020 hay que impulsar fuertemente el crecimiento económico mejorando todos los elementos que intervienen en su incremento, ya sea en la producción primaria como en la industrial y en los servicios, para que se produzca una reactivación sólida sin resquicios ni debilidades. Pero al mismo tiempo hay que disminuir los gastos públicos, haciendo que las recaudaciones estatales puedan aprovecharse realmente en las inversiones públicas y mejorar las políticas destinadas a atender el capital social como educación, salud, viviendas. Porque no vale de mucho crecer en los indicadores si ese progreso no se traduce en el bienestar real de la gente, en la atención de las necesidades más urgentes y en responder adecuadamente a las personas y sus ansias legítimas de desarrollo.
Los diferentes pronósticos de la economía paraguaya en el 2020 señalan incrementos que van desde el 3% de alza en el Producto Interno Bruto (PIB) hasta un 4,7%. Así, el Banco Central del Paraguay (BCP) calcula un 4,1%, en tanto que el Banco Mundial estima un 3,1%, mientras que el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Cepal e Itaú hablan de un crecimiento del 3%. Varios agentes locales señalan que el alza será del 3,4%, en tanto que Basanomics calcula un 4,7% en un escenario más positivo.
Las previsiones que se hacen sobre el comportamiento de los países de la región dicen que este año las cosas estarán mejor que en el 2019, aunque no todos van a crecer. Los vaticinios sobre Brasil son optimistas, ya que se estima que tendrá un buen crecimiento, lo que resulta una excelente noticia para el Paraguay dado que es nuestro socio comercial más importante. No así la Argentina, que cambió de gobierno, pero que seguirá con una economía en descenso y con señales todavía poco claras sobre su comercio con nosotros.
El país no debe ceder en su equilibrio macroeconómico, ya que debe mantener en bajísimo porcentaje el déficit fiscal, como ha ocurrido en los últimos años. La excepción de sobrepasar el déficit de 1,5% del PIB en el 2019 debe ser eso, una excepción, porque está la experiencia de otros países que cedieron inicialmente en sus exigencias y terminaron finalmente tirando por la borda su estabilidad. Mantener el equilibrio macrofiscal debe ser como un dogma de fe, intocable y siempre respetado.
La macroeconomía tendrá un buen comportamiento. Lo que no debe servir para olvidar la microeconomía, los números de las pequeñas y medianas empresas, a las que hay que incentivar con mayor vigor que en el pasado con buenos planes crediticios y propuestas realizables para que puedan crecer mejor.
Un capítulo imprescindible es la templanza del Gobierno en el manejo de los gastos públicos. Ahora que se inicia la aplicación de la reforma tributaria, el Estado recaudará más, pero el Presupuesto que regirá este año prevé más gastos inconducentes que el año pasado. Lo que quiere decir que el país seguirá en lo mismo: el dispendio en los gastos públicos a costa del contribuyente que cada año se verá con mayor carga impositiva. Aparte de injusta, esta situación raya lo inmoral, por lo que el Estado tiene que solucionar con urgencia esta situación. Pues mientras la evasión impositiva y la economía informal siguen campantes, la clase contribuyente tiene que afrontar nuevas y mayores cargas.
Como el propósito final en un país es que la economía beneficie a todos y no solo a unos privilegiados, el Estado debe preocuparse en atender las necesidades de la mayor parte de la ciudadanía para darle educación, salud y atención adecuada a sus requerimientos. Además de incentivar la creación de más y mejores oportunidades de empleo para que el desarrollo sea posible y el bienestar alcance con justicia social a todos los sectores de la ciudadanía.
Solo así el crecimiento económico tendrá la proyección humana que debe alcanzar.