En unos días más Paraguay culmina un año lleno de vaivenes. En lo económico fue un mal año, no solamente por las circunstancias climáticas, la recesión nacional o las variables que presionan hacia abajo a nuestros vecinos, sino también por la falta de estabilidad política, jurídica y social que impactó directamente en ese equilibrio que requiere el país para crecer. La gente tuvo menos comida en su mesa, el empleo le fue esquivo, así como la seguridad y los servicios públicos.El año termina con una agenda alejada de las necesidades de la gente. Los escándalos internacionales por el tema de Itaipú o por los politizados procesos judiciales en Brasil contra ciudadanos paraguayos, la lenta gestión gubernamental, las vendettas de ciertos líderes políticos, el show de ciertos medios de comunicación para ganar rating, la persecución política, la justicia selectiva, entre otros temas, no están precisamente en la agenda prioritaria de los ciudadanos de a pie, para quienes tener el alimento necesario en sus mesas o los recursos para cubrir sus necesidades de salud y educación son la clave en su día a día.

Las lecciones que nos deja este turbulento, desacelerado e inseguro 2019 deben ser racionalizadas por los líderes gubernamentales, políticos y sociales. Sobe todo para entender que no corresponde priorizar sus agendas personales desde sus cargos de representación en demérito de los requerimientos prioritarios de la gente. En este punto no se deben olvidar las lecciones que nos dejan los pueblos de Chile, Ecuador, Colombia, cuyas movilizaciones ciudadanas casi culminaron poniendo pies en polvorosa a los gobernantes de turno.

Desde setiembre Paraguay viene creciendo nuevamente, lento pero sostenido. Se espera que en el año que viene se continúe con esa recuperación, a pesar del contexto regional. Organizaciones internacionales como Cepal, FMI, Banco Mundial, entre otras, coinciden en señalar que el crecimiento de nuestra economía para el 2020 será exponencial, incluso por encima del 3%.

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En general, las políticas económicas no están fuera de foco y el leve repunte que empieza a sentirse es el reflejo de su certeza. Pero esto no es suficiente; para una estabilidad plena se requiere el concurso de la empresa privada, de esa nueva generación de empresarios apasionados por el país y por lo que hacen, deben ser los puntales del nuevo desarrollo alejados de los vicios de la vieja generación.

Asimismo, las políticas económicas requieren una conducción política y gubernamental centrada en la agenda de la gente. El presidente Mario Abdo, con su discurso de no reelección, tiene un valioso capital entre sus manos porque puede gobernar pensando en la ciudadanía, alejado del corsé que se le impone a un presidente candidato. Pero esto solo será posible si se aleja del internismo y enfoca su mirada en la solución de los déficits que arrastra el Paraguay.

Los saturados mensajes navideños de los políticos sobre la unidad, la paz, la reconciliación, el perdón, etc., no están en el memorándum de la gente, su realidad es diferente a la burbuja en la que viven sus representantes. La gente espera un 2020 más benigno que le permita tener comida en su mesa, un empleo digno, salud y educación cubiertos, justicia pronta y seguridad aceptable. Por tanto, el discurso y las acciones de los líderes deben apuntar a fortalecer la democracia, y nada la vigoriza más que el cumplir con las expectativas de la población. ¡Brindemos por un 2020 próspero para todos!

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