Este es el momento más grave de la aún breve pero accidentada gestión de Mario Abdo Benítez, marcada por la ineficiencia en la gestión de las políticas públicas.
Pero tal déficit –aunque fuera condenable desde un análisis de gestión– no reviste la gravedad de los últimos hechos destapados en la olla podrida de la negociación de los acuerdos con el Brasil porque en este caso va más allá de la ineficiencia para configurar una traición a los sagrados intereses soberanos de la República del Paraguay.
Como pocas veces, la ciudadanía y líderes de diferentes sectores se han unido para condenar el episodio, que ni siquiera fue debidamente aclarado aún por las autoridades hasta hoy; el mismo Presidente se oculta en el silencio hace varios días y se agregan nuevos elementos que indudablemente demuestran que la cuestión de “la entrega” pudo haber tenido ribetes mucho más graves de los que se informaron al principio.
Pesa reflexionar que nada de esta “cocinada” se hubiera enterado el pueblo paraguayo si no fuera porque hubo un choque entre las propias autoridades del Gobierno que intentaron excluir a los técnicos que se ocupaban de negociar, cuidando los intereses nacionales.
Los mismos fueron groseramente desplazados, tras lo cual se generó la renuncia del titular de la Ande y de miembros de su staff que intentaron tomar parte de las negociaciones, pero fueron desplazados por las máximas autoridades diplomáticas nacionales.
El Paraguay demostró su peor rostro, el que nos humilla y del que no nos sentimos orgullosos al ser –como somos– una nación que en diversos capítulos de su historia luchó contra la opresión interna y la agresión externa con heroísmo sin par.
Fue duro escuchar en estos días los calificativos de “entreguistas” y “legionarios” dirigidos a las máximas autoridades del Paraguay. Nadie espera que las personas que recibieron el apoyo del soberano para protegerlo terminen siendo quienes defrauden su voluntad y confianza de la peor manera.
Esperamos que los recursos institucionales existentes operen para que el país recupere su marcha y podamos reintegrarnos a la tarea de construir el Paraguay que soñamos con el concurso de todas las fuerzas políticas y cívicas.
Esta es la hora más grave desde el 15 de agosto del 2018. Que la República sepa resolver con sabiduría esta crisis que la agobia y empantana.