El desacierto que cometió inicial­mente el Gobierno Nacional al aceptar el acuerdo energético sobre Itaipú con Brasil, sin la anuencia de la Ande, terminó llevándose a cuatro de los principales altos funcionarios involucrados. El hecho provocó en el seno del Ejecutivo una imprevista crisis, que el Presidente quiere salvar ahora con la corrección de la medida y el cambio de los responsables del pacto con el vecino país.

Lo que parecía ser al principio una simple discusión sobre el pacto binacional explotó sacudiendo los cimientos del Gobierno con la salida del canciller nacional Luis Casti­glioni, del nuevo presidente del ente energé­tico, Alcides Jiménez; del director general paraguayo de Itaipú, José Alberto Alderete, y del embajador paraguayo en Brasil, Hugo Saguier Caballero.

Es también la primera gran sacudida de la administración de Mario Abdo Benítez, a dos semanas de cumplir su primer año al frente del Poder Ejecutivo, con resultados económi­cos fuertemente cuestionados por sus núme­ros negativos.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Todo comenzó cuando el Gobierno aceptó un pacto con el Brasil por la compra de ener­gía de Itaipú desfavorable a los intereses paraguayos, según las autoridades del ente energético que se habían negado a firmar el documento. Primeramente salió a defender el acuerdo binacional tratando de desauto­rizar a los que se le oponían diciendo que se actuaba como peajeros al comprar una ener­gía a menor precio y que molestaba a los bra­sileños.

Cuando la ciudadanía reaccionó con fuerza inusitada por el cuestionable acuerdo que se quería imponer, en el Ejecutivo cambiaron de idea. El Presidente llamó urgente al país al canciller, que se encontraba en el Líbano, y canceló su viaje a Turquía para hacer frente a la situación sin moverse de Asunción. Presio­nado por el primer mandatario, Castiglioni llamó a conferencia de prensa en plena noche del domingo para anunciar que el Ejecutivo había decidido dejar sin efecto el acuerdo con Brasil, para lo que se llamaría a los negocia­dores a una reunión en el transcurso de esta semana para solicitar la anulación del acta bilateral, a fin de que el tema volviera a “ins­tancias eminentemente técnicas”.

Además de echarle la culpa a los opositores por el revuelo que se había armado, el enton­ces ministro no explicó por qué se había excluido a los técnicos de la Ande de las nego­ciaciones ni señaló quién tomó la decisión de excluirlos para pasar a las manos de los diplomáticos sin conocimientos técnicos el tratamiento del asunto. Afirmó que hubo un déficit en la comunicación que ha sido objeto de una gran desinformación que fue aprove­chada para una fuerte manipulación política. No hizo autocrítica ni reconoció explícita­mente los errores, aunque de hecho terminó dando la razón a los que habían cuestionado el pacto firmado en mayo pasado.

Eso fue el domingo a la noche y el lunes a la mañana, ante el cariz que fueron tomando las cosas, renunciaron los cuatro altos fun­cionarios, salida que el Presidente aceptó para ver cómo enmendar ahora la situación. Es evidente que el Gobierno se dio cuenta de que se equivocó y la tarea que ahora tiene por delante es enmendar la situación. Veremos si el Presidente puede salir airoso de la situa­ción planteada y si puede llevar con éxito las negociaciones posteriores con las autorida­des brasileñas.

Lo que corresponde ahora es rectificar todo lo actuado de manera equivocada, para lo que deberá convencer a Brasil de anular el acuerdo y comenzar de nuevo las negociacio­nes en las instancias técnicas. Demás está decir que el vecino país es un hueso duro de roer y que no se avendrá fácilmente a lo que pida el Paraguay, por lo que en la comisión negociadora tendrán que estar los paragua­yos más patriotas, honestos y con los mejores conocimientos técnicos.

Con la salida de los cuatro altos funcionarios, el Ejecutivo tiene las manos libres para nomi­nar a la gente mejor dotada para las funciones y así comenzar una nueva etapa en la tarea que queda por hacer.

Los intereses del Paraguay que están en juego son de extraordinaria relevancia, por lo que el Gobierno ya no debe poner a negociar a los improvisados, sino a los más comprometidos con la patria. De ese modo, no solo podrá corre­gir el error que ha cometido, sino que tendrá garantías de un mejor resultado para el país.

Dejanos tu comentario