Al respecto del mal llamado “pugilato” protagonizado en el Senado, presun­tamente, como dicen los partes poli­ciales, por los senadores “Payo” Cubas y Enrique Riera, cabe hacer algunas precisio­nes, dado que fue bastante mal informado por la mayoría de los medios.

En primer lugar, para que exista un “pugilato” debe haber dos púgiles, por lo menos, cosa que no se concretó en este caso, ya que hubo un púgil y un velocista; es decir, el acontecimiento más bien debería ser clasificado como una variedad del cachascán, con una variable notoria para que se diera el enfrentamiento, ya que uno, Riera, trataba de alcanzar al otro, Cubas, para gol­pearlo, quien mostró sus cualidades para la fuga, demostrando además que no le va bien el nom­bre que le pusieron, ya que desacreditaría aque­llo de “paraguayo ndoguevíri”, es decir, el para­guayo no recula. En este caso, oguevi Paraguayo Cubas, demostrando que no hace honor al nom­bre que le pusieron.

Lo que se produjo, en realidad, fue un bochorno, en “do” menor, ya que no llegó a mayores. Y lo que es más grave, que se perdió una sesión del Senado, al santo pepe, por el “animus bochin­chandi” del provocador; situación preocupante porque no es el primer caso en que se inte­rrumpe el funcionamiento de una cámara del Congreso, “la Cámara Alta”, nada más y nada menos, por la misma sinrazón de que el tal Cubas no muestre otra forma coherente, más “legisla­tiva” para sobresalir que armar quilombo, ya que entiende, por lo visto y considerando, la función legislandi con la función “enquilombandi”, es decir que se candidató al cargo y sus seguidores, que lo conocen, le votaron, para armar quilombo y hacerse publicidad a costa del “costo” millona­rio del Congreso Nacional, usando la plataforma como un escenario de burdel, en vez de un foro donde debatir ideas.

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Hay que cuestionar también la actuación del senador Riera, más que por aceptar el pugilato, fuera de lugar, por dejarse llevar, por el animus calentandi, aunque hay que poner, a su favor, en la otra balanza, los insultos proferidos contra su padre, algo que para cualquiera es difícil de dige­rir; en ese apestoso arte, el de armar bochinche de cualquier manera, por sucia y vil que fuera, que es en lo que hasta ahora se ha destacado el senador “Payo”, que hace un gran deshonor a los payadores, hábiles en el arte de la palabra, ya que le queda bastante grande el título desde tiempos apestosamente “inmemoriales”, que no memorables, en que confundía una dependencia pública con un retrete.

Parece que ni aun así le pudo ganar a un “su” compueblano para lograr el título de “Kelembú”, que ambos disputan con suficientes desméri­tos como para ser campeones en la materia en la Ciudad del Este.

Hasta aquí la crónica de la “anticrónica” mayori­tariamente difundida.

A partir de aquí, visto y considerando que este no es el primer caso, ni va a ser el último, ya que el provocador no sabe hacer otra cosa, tal como ha demostrado en su precaria y quilombera par­ticipación en el Congreso Nacional, donde cabe suponer que hay cuestiones más importantes y de interés público que las quilomberas pro­puestas del “legislador” con “animus excremen­tandi”.

Por ejemplo, el senador Riera podría recurrir a la legislación y denunciarlo por denigración en grado de tentativa, de la memoria de un muerto, delito que está considerado y penado en nues­tra legislación, así que corresponde en el caso de Riera, por las calumnias esgrimidas por el fan­toche.

“Contra la memoria de un muerto”, que, consta en nuestra legislación, con el agravante de que la persona agraviada supo en vida resistir a las tentaciones y presiones de la dictadura y sufrir el carácter de “contrera”, como se lo catalogó en aquellos tiempos, acusación estronista de la que hoy se hace eco el supuesto “democra-denigra­dor” cuyo principal argumento cavernario es esgrimir el cinturón contra quienes no ponen o no pueden oponer resistencia; es decir, remem­branzas torturadoras del tiempo de la dictadura.

En fin, ahora cabe, como corolario, plantearle dos temas importantes al Congreso Nacional: es tan fácil despilfarrar una sesión de la Cámara Alta. ¿Con los temas trascendentes que maneja y piensan seguir permitiendo los senadores que “Payo” imponga la agencia legislativa o van a tomar serias medidas para recuperar, por lo menos, un tanto la seriedad de la Cámara de Senadores?

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