El drama de los habitantes de Asunción de calles rotas y la molestia que constituye transitar por ellas es un tema de nunca acabar. Los ciudadanos tienen razón en quejarse de la situación que les afecta y les sobran motivos para expresar su enojo en los tonos más ásperos.
Está visto que aun cuando no caigan grandes lluvias, muchas calles asuncenas sufren deterioros por variadas causas. Una de ellas son los caños rotos de la Essap, cuyas aguas inundan la superficie y van descomponiendo la carpeta asfáltica o el empedrado. Debido al desgaste por el uso, el término de la vida útil o la mala calidad de la cañería de los servicios sanitarios, la ciudad es testigo y víctima de este problema de nunca acabar. Que no es de ahora porque viene desde hace décadas, pero que es más acuciante en la actualidad.
¿A quién culpar por la situación? ¿Qué instituciones deben ser sindicadas como las que deben solucionar estos problemas? Cuando se le señala a la municipalidad como la responsable de los miles de baches, dice que la Essap es una de las principales causantes y cuando se le apunta a esta entidad, afirman que es la comuna. Pero al margen de las culpabilidades, el drama ciudadano sigue constante.
Antes de conseguir el aumento por sus tarifas de servicio, que fue lo primero que hizo el gobierno de Mario Abdo en el 2018 cuando asumió, la Essap se quejaba de que tenía un déficit presupuestario anual equivalente a 12 millones de dólares. Atribuía esa pérdida a los miles de caños rotos que debía arreglar y al desfasaje de su tarifa de servicio. Las autoridades del ente admitían que su capacidad de respuesta era insuficiente, ya que cada cuadrilla podía hacer entre cinco a ocho reparaciones por día, de las 2.400 que se tenían contabilizadas. Y reconocían que estaban en deuda con la ciudadanía porque no daban abasto.
Los miles de caños rotos que hay que reparar y no se acondicionan a tiempo porque la Essap no puede, son parte del problema que viven las calles asuncenas. Según algunas estadísticas, son alrededor de 9 caños rotos por cada kilómetro de calle, cuando en otros países con mejor infraestructura las empresas del ramo tienen hasta dos caños rotos por cada mil metros.
Las dificultades que tiene la Essap para hacer frente a las roturas que se convierten en baches que la comuna no repara no son la única causa del sufrimiento ciudadano. Hay que añadirle también los problemas ocasionados por la falta de adecuado sistema de desagüe cloacal y pluvial en muchos barrios de Asunción.
Pero al margen de las cañerías rotas, hay una serie de asuntos que competen a la municipalidad y que no siempre reciben la respuesta pronta que se requiere. Entre los más comunes están el mal estado de muchas calles, con pavimento destruido, puentes con estructuras deficientes que ponen en peligro a vehículos y personas, arterias con mala señalización donde a menudo se producen accidentes, zonas con tránsito poco fluido por la mala disposición de señales y paradas de colectivos.
Si se comparan las calles de Asunción con las de ciudades similares del extranjero, las asuncenas están en desventaja: se descomponen con menos años de uso, los arreglos no se hacen con rapidez y las que se acondicionan al poco tiempo están inutilizadas, por falencias en la construcción y la calidad de los materiales que se usan.
Para superar la situación capitalina, tanto la Municipalidad de Asunción como la Essap tienen que trabajar de manera conjunta y concertada. No de espaldas la una de la otra porque al final ambas tienen idéntico propósito, servir a la ciudadanía.
La comuna tiene su competencia y debe abocarse con seriedad a la tarea de hacer de Asunción una ciudad cada vez más moderna y agradable para todos. Y la Essap tiene la misión de ofrecer los servicios sanitarios con mayor eficiencia, en colaboración con las autoridades municipales para que su trabajo cubra con suficiencia las necesidades de la gente y garantice el bienestar de cada vez mayor cantidad de ciudadanos.