En breve se anuncian eleccio­nes juveniles en el Partido Colorado. Paradójicamente, el partido al que se le adjudica sostener prácticas políticas “criollas” es el que más procesos de renovación promueve. En estos momentos en que la ciudadanía demuestra hartazgo en rela­ción con su clase política, es importante que todos los partidos políticos se des­pierten a darle vida activa en la política a sus jóvenes afiliados.

Ellos deben dejar de ser los responsa­bles de logística, o peor aún, la carne de cañón y las víctimas de las movili­zaciones de los mayores. Los jóvenes necesitan ocupar los espacios disponi­bles en la política; reemplazar, en una palabra, a los que reiteradamente lo vienen haciendo todo bastante mal por décadas.

No es sostenible que partidos políti­cos que cacarean ser parte del cambio, como el PDP y otros, solo sirvan para sostener a clanes familiares trepados como garrapatas de las tetas de la pro­digiosa vaca lechera del Estado para­guayo. No es presentable que el Frente Guasu –por citar otro ejemplo de parti­dos “de cambio”– siga sosteniendo a los mismos senadores hace varios perío­dos, designados a dedo en sus internas como si fueran un partido monárquico

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La renovación de la política no puede seguir siendo un discurso de boca para afuera, que la propuesta sea que se renueven nuestros enemigos, mientras nosotros nos eternizamos en el poder. La verdadera renovación de la polí­tica se dará cuando todos los partidos –incluyendo los mencionados– cum­plan con llamar a elecciones internas abiertas y eliminen los clanes familia­res que no dan oportunidad a otros a progresar políticamente.

Todos se quejan cotidianamente de un poder político como el Congreso, que lejos de mejorar va en picada con un escándalo tras otro por hechos de corrupción, pugilato y varios sospe­chados de corrupción sostenidos en la impunidad. Sin embargo, valdría pre­guntarse si los partidos políticos real­mente quieren renovar sus filas o man­tener a los de siempre.

Pero al mismo tiempo los jóvenes deben forzar el silencio conservador de los partidos políticos y exigir que los mismos tenga un sitio en las agrupa­ciones. Solo de esta forma se renovarán las filas de los partidos.

Es imposible producir procesos de cambio fuera del núcleo partidario, ya que, en este contexto, es donde se sus­tancian las instancias cruciales de los procesos electorales y es donde el arte de la representación ciudadana tiene su espacio institucional.

Si no se pelea un lugar en la política, ella no se renovará nunca, allí radica la importancia de la inserción de la juventud en la arena política.

Corresponde a los partidos –como hoy sucede con la ANR– el abrir esas puer­tas y permitir que los jóvenes se forjen un camino en la vida de los partidos. Evidentemente, en una política que no se renueva existe como razón pro­funda el interés de sus dirigentes de eternizarse en el poder. Tal eternidad debe ser rebatida por la juventud para que la alternancia en el mando de los partidos enriquezca la democracia.

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