Los datos son tan alarmantes como esperados. Según las instituciones encargadas de realizar el control y relevamiento de datos en las diferen­tes zonas del país, las inundaciones seguirán afectando al país y aumentarán aún más en zonas vulnerables. Hasta el viernes próximo pasado, el río Paraguay seguía su inexorable crecida, provocando la huida de muchas fami­lias hacia zonas más altas. En Pilar, por ejem­plo, se espera que la altura del río alcance los 7 metros y las lluvias están lejos de desaparecer del horizonte, en una zona castigada habitual­mente por causa de la creciente y de problemas estructurales que aún son parte de la vida dia­ria de los habitantes de esa parte del país.

Lo mismo ocurre con Concepción. El Norte es cas­tigado actualmente con una crecida muy difícil de contrarrestar, aunque se ponga a funcionar el mecanismo de ayuda a través de la Secretaría de Emergencia Nacional. Antes de ayer se estimaba que el número de afectados era de varios miles; sumando ambas zonas del país –Ñeembucú y Con­cepción– ya eran 20.600 personas las censadas como damnificadas.

En Asunción, el panorama no es muy diferente. Ya se percibe el avance de miles –se calcula por lo menos unas 4.000 personas hasta este fin de semana– hacia los refugios disponibles y, sobre todo, los espacios públicos que se ven invadidos físicamente por familias que huyen de las zonas afectadas de los Bañados y zonas bajas de la peri­feria de la capital.

El panorama, de acuerdo a los datos de la Dinac, no es nada alentador. En cuanto a las probabilida­des de lluvias en el mes de abril, las cosas segui­rán igual o empeorarán, ya que se espera que a las abundantes lluvias y la inestabilidad se le agre­guen los vaivenes de la temperatura, lo que pro­duce otro drama sobre el ya existente: los proble­mas de la salud.

Cada temporada de inestabilidad, lluvias abun­dantes y el consabido éxodo de las personas que salen de las zonas bajas, facilita grandemente la transmisión de enfermedades de las vías respi­ratorias, virosis y otras patologías que afectan en mayor medida a los más vulnerables: los niños y las personas de la tercera edad.

El último informe de la semana anterior del Depar­tamento de Meteorología de la Dinac augura más precipitaciones para la semana que hoy comienza, dejando más expectativas negativas sobre la zona de influencia del río Paraguay, además de los afluen­tes. Como dijimos antes, los expertos calculan que en Pilar, por ejemplo, hacia el 22 de abril, el río lle­garía a los 7 metros, un dato que preocupa, pues afirman los mismos especialistas que ese creci­miento en tan poco lapso de tiempo no se observaba desde hace 48 años. Y ese es un dato que preocupa con mucha razón a quienes están en la tarea de vigi­lar esa situación y también a quienes trabajan en la labor de proteger las zonas urbanas y a sus habitan­tes de posibles desastres. Además de los datos sobre Pilar, en Concepción aumenta la crisis desatada por las graves inundaciones, ya que el río ya alcanzó y superó los 7,20 metros y las lluvias continuarán. Allí se agregan los problemas de la difícil accesibilidad a las zonas afectadas, lo que representa un desafío a la capacidad, creatividad y coraje de quienes enca­ran la tarea de ayudar a los afectados. Si volvemos al informe de Meteorología, no podemos alegrarnos; las lluvias seguirán por lo menos por 15 días más, lo que no brinda esperanza sobre un cambio positivo.

La Secretaría de Emergencia Nacional (SEN), a través de su titular, afirmó que la situación les pre­ocupa especialmente y que hay muchas personas afectadas en comunidades indígenas en zonas de difícil acceso, también en Presidente Hayes, Boquerón y Central, además de Ñeembucú y Con­cepción. Estiman que la alerta debe mantenerse por lo menos por 90 días, es decir que se esperan tres meses difíciles y riesgosos.

La cuestión es que por más que exista voluntad de ayudar por parte de la comunidad y que la socie­dad siempre responde con gestos de solidaridad hacia los afectados por las inundaciones, ya no podemos considerarlas como “eventos extraordi­narios”, sino como situaciones habituales. Situa­ciones que, de acuerdo a las predicciones de cien­tíficos de todo el mundo, tenderán a empeorar con el paso de los años debido a múltiples factores liga­dos al cambio climático.

Por eso, las soluciones deben ser encaradas como proyectos y acciones a corto, mediano y largo pla­zos, estableciendo prioridades como la actuación en emergencias como estas, pero sin perder de vista el objetivo principal. El mismo debe estar ligado a la realización de un trabajo serio, espe­cialmente en las zonas de los Bañados y periféri­cas de la capital, que ponga fin a décadas de repe­tidos errores y situaciones que tienen ligazón con cuestiones políticas. Se trata de combatir el drama de miles de familias con una mirada integral que abarque la problemática compleja que representa esa situación repetida y plantar cara a la pobreza y la marginación con soluciones eficaces que se mantengan en el tiempo, aunque cambien las administraciones de los gobiernos.

Si eso no se logra, no habrá esperanzas de cambio real.

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