Nuevos datos de la Direc­ción General de Estadística, Encuestas y Censos (DGEEC) indican que la pobreza total ha disminuido en el Paraguay en los últimos cinco años mediante la gestión del gobierno anterior. Pero la pobreza extrema, que bajó también en el quinque­nio, tuvo un leve repunte el año pasado. Lo cierto es que 24 de cada 100 para­guayos viven aún hoy en condiciones de pobreza, según la publicación oficial. Lo que quiere decir que, a pesar de que se hicieron bien las cosas en ese campo en el pasado reciente, hay todavía un largo tre­cho por andar en esa tarea.

En el 2013, el porcentaje de la población paraguaya en condición de pobreza era del 28% y cinco años después, al dejar el mandato el gobierno saliente en el 2018, el índice había bajado a 24,2%. La pobreza urbana, que en el 2013 era de 21,3%, descendió en el 2018 a 17,8%; en tanto que la rural, que era del 37,9% en el 2013, disminuyó a 34,6% en el 2018.

Por su lado, la evolución de la extrema pobreza, que ataca mayoritariamente a la población rural, también se redujo del 5,7% en el 2013 a 4,8% el año pasado, aun­que en el 2018 tuvo un alza de 0,4 puntos porcentuales.

Los técnicos de la institución estatal señalaron que la caída de la pobreza se debe a que ha mejorado el ingreso perci­bido por la población, considerada pobre en el último quinquenio. Destacaron que los ingresos per cápita no labora­les tuvieron un crecimiento del 27% en ese grupo vulnerable y resaltaron que se debe en gran medida a las transferencias monetarias que recibieron del Estado y del apoyo de parientes que envían reme­sas del exterior.

Con respecto a la ayuda estatal, que son principalmente la pensión para adultos mayores y el programa Tekoporã, los téc­nicos destacaron que tiene una incidencia del 3% en los ingresos de la población en situación de pobreza y del 14% en el grupo de personas en pobreza extrema. Lo que indica que sin la ayuda estatal, la cifra de pobres y de pobres extremos sería mucho mayor que la registrada.

Durante el quinquenio pasado, el Gobierno propulsó la mayor cobertura de ayuda en la historia a las personas vulne­rables mediante el programa Tekoporã, que benefició a cerca de un millón de individuos a través del subsidio fami­liar y a aproximadamente 200 mil ancia­nos sin ingresos con la pensión a adultos mayores.

Estos aportes realizados desde el Gobierno Central fueron fundamenta­les para combatir la vulnerabilidad y hacer que el número de pobres sea hoy día menor que un quinquenio atrás. Son ins­trumentos que antes no se habían usado con eficiencia y que, utilizados adecuada­mente, han demostrado su utilidad.

La primera conclusión que se desprende de este hecho es que mediante la polí­tica del Gobierno se puede disminuir el número de pobres en el país, pero que la situación demanda todavía mucho esfuerzo para hacer que la disminución alcance porcentajes aún mayores. Y la segunda es que no se puede esperar todo solamente del Estado. Nuestra econo­mía debe aumentar las oportunidades de trabajo y mejorar el reparto de la riqueza del país mediante la oferta de mayor cali­dad de vida, de salud, de educación, que posibiliten que más personas mediante su esfuerzo puedan adquirir un bienestar acorde con su dignidad de personas.

La reducción de la pobreza, conseguida en el quinquenio último gracias a la ges­tión del gobierno anterior, es un nuevo desafío que tiene el actual. Porque debe­ría continuar con más fuerza y más pre­supuesto en la tarea emprendida desde la estructura estatal. El camino y la estra­tegia de la lucha contra la pobreza ya están trazados. Lo único que falta hacer es darle continuidad, corregir y mejo­rar el rumbo para alcanzar cada vez más logros en la dura tarea de ir bajando el número de personas vulnerables entre los paraguayos.

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