El viernes último, el presidente de la República cumplió seis meses al frente de la administración del Estado paraguayo y en un rápido balance resaltan varios errores e inconsistencias que deberían corregirse para mejorar su gestión. También ha tenido aciertos en los que debe proseguir para que su administración sea positiva para el pueblo paraguayo, que en una democracia que cumplió recién 30 años tiene mucho todavía que andar para alcanzar sus grandes objetivos.
La gestión semestral de Mario Abdo Benítez ha dejado mucho que desear en algunos tópicos bien precisos, que son de gran relevancia para el país. Uno de los puntos más negativos de su administración es su desastrosa política exterior, en la que produjo desaciertos muy notorios que perjudican no solo la imagen del país, sino también sus intereses políticos y económicos. Lo más lamentable en este campo fue la inoportuna medida de sacar la embajada paraguaya en Israel de Jerusalén, la capital política de esa nación y ciudad de trascendencia religiosa, histórica y cultural extraordinaria. Esa medida provocó la reacción del gobierno israelí, que cortó las relaciones diplomáticas con Paraguay y retiró sus proyectos de cooperación económica y tecnológica, que son de gran interés para nuestro país.
Paralelamente estrechó relaciones con el mundo árabe y no árabe hostil a Israel y con países de dudosas credenciales democráticas, como Palestina, Irán, Turquía, entre los principales. Turquía e Irán son, curiosamente, los mejores socios de la dictadura venezolana de Nicolás Maduro, a quien el mundo democrático ha dado las espaldas.
Los nombramientos en cargos públicos con sesgos altamente políticos y de facción son otros de los cuestionamientos más duros recibidos por la gestión del señor Abdo. Porque no ha buscado la idoneidad técnica y la capacidad profesional para nombrar a altos funcionarios, sino la pertenencia a su partido, en especial al movimiento interno al que pertenece. Y en este campo, utilizó los resortes del poder para perseguir a funcionarios y personas que no son de Colorado Añetete, que es la facción interna del Partido Colorado a la que pertenece. Esas son las acusaciones que sus propios correligionarios le hacen al ver la gran cantidad de personas extrañadas de sus cargos y la hostilidad manifiesta hacia personas y grupos que no son de su sector.
Otro de los capítulos en que el Gobierno ha demostrado fuertes falencias es en el campo económico, donde hasta ahora ha tenido una pobre gestión, que está acompañada también por algunos factores adversos que no le son atribuibles. Por ejemplo, la inversión física que tiene que hacer el Gobierno central para alentar las obras públicas ha sido escasa, comparado con administraciones anteriores, por lo que el error es atribuible enteramente a problema de gestión. En el medio año que lleva en el Palacio de López este gobierno, la inversión pública se ha mantenido por debajo de los niveles anteriores. Y uno de los ejemplos más claros es que en enero pasado el Ejecutivo ha invertido un 34% menos que en enero del año anterior, con un incremento del 20,8% en los gastos improductivos y una disminución del 2,3% en los ingresos fiscales.
Pero no todos han sido desaciertos. Porque exhibe también algunos logros, como la continuidad de la política macroeconómica que viene de la administración Cartes. Unánimemente, los analistas han coincidido en este punto, resaltando que viene manteniendo las políticas y lineamientos del gobierno anterior, lo que da estabilidad y confiabilidad a nuestro país, puesto que se trata de seguir con una política de Estado por encima del cambio de autoridades.
El período presidencial en nuestro país tiene 5 años, o sea, 10 semestres. El primer semestre de esta administración califica para un aplazado y le restan todavía 9 semestres para corregir sus errores, mejorar su gestión y llevar adelante con éxito los negocios del país.
Porque más allá de los intereses sectoriales, el color de los partidos, la simpatía de los aliados o la bronca de los enemigos, lo que importa finalmente es el Paraguay, nuestra gran casa común que nos debe cobijar a todos, sin exclusiones de ninguna laya y con oportunidades de progreso para todos.
El Gobierno tiene ahora la oportunidad de trabajar para conseguirlo.