Pese a que el Presidente y todos sus colaboradores han intentado corregir desesperadamente el quilombo que se armó con el giro hacia el pasado y la falta de visión del presente que vivimos, y, hablando con propiedad, del quilombo en el sentido original de la palabra, cuando denominaba a ciertas poblaciones de rebeldes que no querían ser esclavos y, huyendo de conquistadores, encomenderos, bandeirantes y otros explotadores, escapaban a formar sus propios pueblos, bastante despelotados en materia de organización, hay que hacerlo constar, pero libertarios, con libertad y autonomía de los ciudadanos.

Esa es la sensación que se vive en estos días, desde que el Gobierno anunció que se imponía de nuevo el servicio militar obligatorio y que había multas notorias para los que trataran de esquivarlo.

Si bien es cierto que se dijo que no sería “coercitivo”, las multas, disparatadas sin dudas para jóvenes que en su mayoría trabajan o estudian o las dos cosas al mismo tiempo, y el tono autoritario, sumado al coercitivo, como ha entendido la sociedad en general haciendo reaccionar también a los adultos, en muchos casos madres y padres que pelean el puchero día a día y tratan de apoyar el estudio de sus hijos, nos han mostrado una protesta generalizada de jóvenes y con respaldo de toda la sociedad; es también ese tono y el recuerdo del pasado, que el Presidente parece seguir añorando, los que desencadenaron una reacción de la opinión pública casi por unanimidad, “alineando” incluso a los medios de comunicación en estos tiempos que corren porque el Presidente, con su discurso, instauró el pasado, el recuerdo del pasado y la reacción en contra de volver al pasado. Es cierto que nadie habló de “arreo” de la práctica estronista, Mario Abdo miró hacia el pasado y lanzó un mensaje del pasado a una ciudadanía que ya no quiere ni acordarse del pasado, un hecho lamentable y un error que era evitable haciendo una consulta previa o un análisis comunicacional elemental. Y es doblemente lamentable para la afirmación del Gobierno en sus primeros pasos, que ha cosechado un rechazo protestatario que se suma a una serie de desaciertos y escasos aciertos en materia de Gobierno.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Lamentablemente, el Presidente volvió a delirar al afirmar que “hoy tenemos la satisfacción de poder decir que hay mucha participación de jóvenes que se están enrolando para el SMO”, mientras que el resto del país, incluso muchos de sus colaboradores y de su equipo político, vio una debacle, una estampida de la juventud, una tormenta de protestas.

Si bien se establece constitucionalmente en el art. 129 el servicio militar obligatorio, no hay que olvidar que el mismo artículo establece, en primer lugar, que el “servicio militar deberá cumplirse con plena dignidad y respeto a la persona”, y mucho menos con ese objeto se estableció la ley de objeción de conciencia. No son contradictorias, son complementarias, justamente para que no se pueda establecer la obligación absoluta de cumplir el servicio, para evitar la coerción.

Aunque seguramente le va a molestar al Presidente, ya que no le gusta que le comparen con sus predecesores, si realmente quiere, como él afirmó, mejorar la capacitación de nuestros jóvenes, vale seguir el ejemplo de don Carlos Antonio López, presidente ejemplar. Seguir e incrementar la capacitación en educación. La juventud paraguaya no necesita una imposición coercitiva para “alinearse” militarmente. Necesita oportunidades, educación, becas a nivel nacional e internacional, en fin, condiciones. No hay que descartar que haya jóvenes que opten por esa opción, incluso hay mujeres jóvenes en el ámbito de los uniformados.

Solo que hay que darle apoyo y no coercionar su presente y mucho menos su futuro.

Déjanos tus comentarios en Voiz